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Andrés Montero

El fraude de Maduro es un hecho consumado

Lo que viene para el pueblo venezolano, es la profundización de la miseria, la represión más brutal y la dependencia de Irán, China y Rusia.

Actualizada 04:30

Como era de esperar, la dictadura venezolana ha consumado el fraude electoral. Nadie, con un mínimo de visión política, podría haber esperado otra cosa.

No hay duda alguna que el candidato opositor Edmundo González, obtuvo más votos que Maduro. Se debe agregar que de los 8 millones de venezolanos que viven en el exilio, solo votaron menos del 1 por ciento.

Los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Bolivia, como era lógico pensar, han validado el «triunfo» de Maduro. La tristeza y desesperanza invade a los millones de venezolanos que repartidos por el mundo, sueñan con volver a rehacer sus vidas en la tierra que los vio nacer.

La tardía entrega de resultados y la aparición pública de diversos altos oficiales militares, ya anticipaban la ratificación del fraude. Maduro tiene sobornado a un alto número de generales, quienes a través de las armas, controlan cualquier intento de sublevación de mandos inferiores.

Cuba ha completado 66 años de dictadura feroz, imitada por Nicaragua y su criminal dictador Ortega y ahora Venezuela y su pueblo, consolidan su drama.

En Venezuela y como lo indica el comportamiento histórico de los tiranos, no será posible recuperar pacíficamente la democracia. Ese es un sueño ingenuo de aquellos buenistas que creen en la buena fe de quienes apoyan la izquierda dura y el progresismo.

Hoy celebran en Venezuela los parásitos del régimen: el Grupo de São Paulo, el Grupo de Puebla y ciertamente, AMLO, Zapatero, Garzón, Yolanda, Pablo, Irene y todos aquellos payasos de la política española.

Lula de Brasil y Boric de Chile, llegaron tarde con sus advertencias a Maduro. Lo que viene para el pueblo venezolano, es la profundización de la miseria, la represión más brutal y la dependencia de Irán, China y Rusia.

Una vez más los líderes europeos y de otros países «democráticos», han quedado como unos estúpidos. La idea de los centristas de que las crisis, como la de hoy en Venezuela o la de Chile en 1973 con Allende, se resuelven dialogando, es una quimera.

Chile se salvó por la intervención de un grupo de valientes soldados quienes se vieron obligados a intervenir por la presión de una gran mayoría, para sacar del poder a quien conducía al país hacia un modelo cubano. Hoy esos jóvenes soldados de entonces, o están muertos o están encarcelados.

Ese ha sido el pago de los «demócratas» a quienes los liberaron del marxismo. Ahora en Venezuela llegarán las explicaciones, cada una más mala que la otra. Maduro tiene las armas y la comunidad internacional solo tiene ideas ingenuas de cómo rescatar al pueblo venezolano.

Lo único que tendría sentido en estos momentos es un bloqueo total a Venezuela en los organismos internacionales y el retiro de todos los embajadores de naciones democráticas.

Maduro solo puede caer lamentablemente, por la vía armada, gatillada internamente. No existe otro camino. Maduro y su cáfila, no tienen incentivo alguno para dejar el poder. Ellos y sus familiares viven en un entorno seguro, con gran riqueza y controlando a los medios de comunicación.

Todo el proceso eleccionario, desde su origen, fue un show orquestado y manipulado desde el poder. La dialéctica y la verborrea les funcionaron a la perfección.

Veremos qué dice la ONU, la OEA y la CEPAL, que siempre fueron cómplices pasivos del drama venezolano. Muchas conferencias, muchos viajes y muchos diagnósticos, pero nada concreto. Son inútiles en la ejecución de políticas eficaces para derrocar dictadores.

Los días que vienen son de mucha tristeza para el pueblo venezolano. No cabe más que apoyar su reagrupación interna para lograr algún avance, pero los hechos reales dan muy pocas esperanzas.

La soberbia y la fanfarronería de Maduro y compañía, tendrán su máxima expresión en los próximos días. La cadena televisiva Telesur y el diario Granma de Cuba, le seguirán contando a sus pueblos de los grandes éxitos de la revolución chavista y castrista, y continuar así el lavado de cerebros de jóvenes que crecerán en torno a la miseria y al engaño.

Nada bueno le espera a Iberoamérica, pues el cáncer en varios de sus países no ha sido posible extirparlo. La metástasis continuará y los «demócratas» continuarán diagnosticando, pero incapaces de ejecutar algún plan que lleve a la liberación de los ciudadanos oprimidos en tres países de habla hispana.

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