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Andrés Montero
AnálisisAndrés MonteroEl Debate en América

Cuba se apaga mientras Venezuela arde

El problema regional originalmente se radicaba en Cuba, pero ahora Nicaragua y Venezuela se suman a la lista de países en los que no existe democracia y sus pueblos están perseguidos y secuestrados

Actualizada 04:30

Los cubanos recogen materia prima de una gran cantidad de basura en una calle de La Habana

Los cubanos recogen materia prima de una gran cantidad de basura en una calle de La HabanaAFP

La crisis venezolana, sin aparente solución, ha silenciado momentáneamente el drama de Cuba y de su pueblo. Nicolás Maduro y Diosdado Cabello han logrado concentrar la atención de muchos gobiernos y de la prensa internacional. Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, y Gustavo Petro, de Colombia, intentan buscar fórmulas mágicas para Venezuela. Gabriel Boric, de Chile, por su parte, no reconoce el «triunfo» de Maduro, pero tampoco reconoce el triunfo de Edmundo González Urrutia.

En este escenario convulso e impredecible, la dictadura cubana, que ya lleva en el poder 66 años, pasa desapercibida. El diario Granma nos informa, cada día, de nuevos avances de la «revolución». La verdad indica que se acaba el combustible, se apagan las luces a medianoche y el hambre arrecia en cada rincón de Cuba. El jerarca Miguel Díaz-Canel continúa, impertérrito, recibiendo visitas de jerarcas de países pequeños o líderes comunistas de países «amigos» de Cuba. El problema regional originalmente se radicaba en Cuba, pero ahora Nicaragua y Venezuela se suman a la lista de países en los que no existe democracia y sus pueblos están perseguidos y secuestrados.

Cuba no crece, su economía colapsa y sus «socios» Rusia y Venezuela enfrentan sus propios problemas, lo que les impide seguir subsidiando a la isla grande del Caribe. Los países europeos, y también Estados Unidos, han mostrado total incapacidad para generar cambios políticos en estas tres dictaduras. Por el contrario, políticas poco consistentes, han permitido que estos gobiernos continúen impávidos masacrando a sus ciudadanos. En la reciente XI Cumbre del ALBA-TCP, el dictador cubano Díaz-Canel ha declarado: «Son tiempos de unión y de firmeza frente al imperialismo y las oligarquías».

Los asistentes a esta Cumbre firmaron una declaración instando a respetar la soberanía de Venezuela. En la economía interna de Cuba, continúan las medidas de control de precios en el país. Como parte de las acciones que ejecuta el Ministerio de Finanzas y Precios (MFP), en la semana del 17 al 23 de agosto, se realizaron 58 decomisos y 773 ventas forzosas por violaciones detectadas. Cuba continúa sin prensa libre, con prohibición de partidos políticos, opositores a la dictadura y con un estricto seguimiento a potenciales «enemigos» de la revolución.

La cooperación permanente entre las tres dictaduras ya mencionadas dificulta llevar adelante acciones concretas a favor de mayor libertad, pues cualquier asomo es reprimido de manera feroz. La Iglesia católica en Cuba no tiene peso alguno para incidir en cambios al sistema político. Por su parte la ONU y sus filiales, incluyendo la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), no han logrado influir en Cuba, a pesar de esporádicas declaraciones condenatorias tibias.

Lo que suceda en Venezuela es probable que tenga efectos en Cuba

La Organización de los Estados Americanos (OEA) tampoco ha logrado algún efecto en Cuba, ni tampoco en Venezuela o Nicaragua. Lo que suceda en Venezuela es probable que tenga efectos en Cuba, pues de continuar unida la oposición liderada por María Corina Machado, y se logre la salida de Maduro, el pueblo cubano tendría nuevas energías para seguir luchando. Una acción armada parece ser la única salida, pues ni Díaz-Canel ni Maduro ni Ortega demuestran el más mínimo interés por dar espacio a la democracia.

Esta realidad es la que le cuesta entender a los líderes políticos europeos, quienes siguen soñando con el diálogo, como camino hacia la solución de la crisis cubana, venezolana o nicaragüense. México es otra piedra en el zapato para el futuro de Cuba o Venezuela, pues tanto Andrés Manuel López Obrador, como la presidenta recién elegida Claudia Sheinbaum, son grandes admiradores del proceso cubano y forman parte del «progresismo» americano. Los meses que vienen serán claves para el destino de estas tres dictaduras, en que la cubana es la referente y la más antigua.

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