La honestidad brutal de Starmer frente a la ambigüedad de Sánchez con los recortes para rearmarse

Pedro Sánchez junto a Keir Starmer
El Gobierno laborista de Keir Starmer en el Reino Unido ha decidido reforzar su compromiso con la defensa nacional en un momento de crecientes tensiones geopolíticas. La decisión de aumentar el gasto en defensa del 2,3 % al 2,5 % del PIB en solo dos años responde a la necesidad de asegurar el papel del Reino Unido en el nuevo orden mundial. Sin embargo, este esfuerzo militar no viene sin consecuencias: el Ejecutivo también ha anunciado recortes en el gasto público y en el Estado del bienestar, generando una fuerte oposición tanto dentro como fuera del partido.
El contexto global ha cambiado drásticamente en los últimos años. La invasión rusa de Ucrania, el conflicto en Oriente Medio y la incertidumbre económica tras casos como una pandemia mundial han empujado a muchas naciones europeas a reforzar sus capacidades defensivas. Reino Unido no ha sido la excepción. Starmer ha encontrado en su apoyo a Ucrania y en su ambición de liderazgo militar europeo una vía para fortalecer su imagen política. No obstante, esta estrategia ha implicado sacrificios en otras áreas, particularmente en los programas de asistencia social y desarrollo internacional.
La ministra de Economía, Rachel Reeves, ha justificado estos recortes con la necesidad de mantener la estabilidad fiscal y evitar una espiral de endeudamiento. Sin embargo, la decisión ha generado malestar dentro del propio Partido Laborista. Sectores más progresistas del mismo critican que se reduzca la ayuda internacional del 0,5 % al 0,3 % del PIB y que se recorten fondos destinados a programas sociales.
La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria ha rebajado sus previsiones de crecimiento económico, lo que ha obligado al Gobierno a tomar medidas adicionales para cuadrar las cuentas. Entre ellas, se incluyen la congelación del Crédito Universal, principal apoyo económico para las familias vulnerables, y la reducción de subvenciones para personas con discapacidad. Estas medidas han sido recibidas con rechazo por organizaciones sociales y parlamentarios laboristas que temen que aumente la pobreza y la desigualdad.En el Reino Unido, país que tiene actualmente el nivel más alto de endeudamiento desde los años sesenta, el rendimiento de los bonos del Estado a 10 años —el coste de la financiación pública— ha aumentado del 4 % el año pasado al actual 4,8 %.

El primer ministro británico escucha a la ministra de Hacienda, Rachel Reeves
Mientras tanto, en España, Pedro Sánchez ha adoptado una postura mucho más ambigua respecto al incremento del gasto en defensa. Aunque su gobierno ha manifestado la intención de cumplir con los compromisos de la OTAN y aumentar el presupuesto militar, aún no ha detallado con claridad de dónde saldrán los fondos. La diferencia con Starmer es clara: mientras el líder laborista ha asumido abiertamente el coste social de su estrategia, Sánchez ha optado por un discurso menos comprometido, evitando mencionar posibles recortes o ajustes en otras áreas.
Este mismo miércoles, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, aseguró que «España quiere llegar al 2 % del PIB en gasto militar este verano». Sánchez, por su parte, ha evitado poner fecha a ese objetivo y solo ha reiterado su compromiso de alcanzarlo antes de 2029. España es de los pocos países de la Alianza atlántica que todavía no ha llegado al objetivo del 2 %, junto a otros como Italia, Portugal o Bélgica.
Sin embargo, pese a los deseos de Rutte y las promesas de Sánchez, es casi inviable que España llegue al 2 % este verano, pues eso supondría destinar más de 30 millones de euros a la defensa. Sin presupuestos y con sus socios enfrentados en lo relativo a la carrera armamentística, el país se vuelve a situar en la cola de Europa.
Mientras todos sus socios de izquierdas se han mostrado críticos ante la expectativa de aumentar el gasto en defensa, la perspectiva de que ello conllevara un recorte de los gastos sociales acabaría por fragmentar la débil situación política que tiene Sánchez en España.
Sin embargo, y pese a las críticas que ha enfrentado Starmer por su decisión, el gasto en defensa es solo una parte de su estrategia económica. Su Gobierno también ha prometido impulsar la inversión en infraestructuras, vivienda social y transporte, además de fomentar el desarrollo tecnológico en áreas como la Inteligencia Artificial.
Ayer, durante la cumbre de líderes europeos, Sánchez tenía la oportunidad de, pese a no poder colaborar mediante un aumento del gasto en defensa, ser partícipe en la misión de adiestramiento que se va a enviar a Ucrania. Francia y Reino Unido se sumaron a la misma, pero España no. El comunicado de la Moncloa tras la cumbre afirmaba que el presidente subrayó la importancia de mantener la presión sobre Rusia y buscar una paz justa y duradera, pero sin argumentos sólidos.
Francia y el Reino Unido quieren liderar la carrera armamentística de Europa, Alemania, en pleno cambio de Gobierno, ha aprobado una histórica reforma constitucional para aumentar el gasto en defensa, Suecia ha anunciado el «mayor rearme desde la Guerra Fría» y otros países cercanos a Rusia, como Noruega, Lituania, Letonia o Estonia preparan a su población en caso de conflicto.
España, mientras tanto, como denunció el primer ministro finlandés la semana pasada, sigue sin apoyar verdaderamente a Ucrania ni asumir responsabilidades. «Muchos países no están funcionando adecuadamente en las entregas de armas a Ucrania», afirmaba el finlandés Petteri Orpo. Sánchez es consciente de ello, pero sin presupuestos y con sus socios fragmentados, sabe que, mientras Europa avanza, él no tiene margen de maniobra.