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Carmen de Carlos
AnálisisCarmen de Carlos

Trump o cómo echar a la UE en brazos de China

Atizar una y otra vez a Europa puede servir sólo para saciar sus ansias y las del grupo de Signal donde creyeron sumar a un amigo que ha resultado ser su enemigo y en realidad es un periodista que dirige una de las revistas más sólidas de defensa en EE. UU.

Actualizada 04:30

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el presidente de EEUU, Donald Trump

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el presidente de EEUU, Donald TrumpEuropa Press

Donald Trump parecería que va a por todas, pero no tiene todas consigo. El presidente de Estados Unidos intuye una venganza de Europa que podría convertir su ensañamiento con el Viejo Continente en un bumerang para Washington. El sucesor de Joe Biden se ha puesto la tirita antes de que aparezca la herida y ha amenazado a la Unión Europea con bombardearla a aranceles (más) si se le ocurre trabajar en perjuicio de la economía de Estados Unidos.

El mensaje de Trump fue explícito en su red Truth Social: «Si la Unión Europea colabora con Canadá para perjudicar económicamente a EE. UU., se le impondrán aranceles a gran escala, mucho mayores de lo previsto para proteger al mejor amigo que ambos países han tenido». El concepto de amistad, quizás, debería replanteárselo Trump, pero unir en un frente común a Canadá con Europa (sin el Reino Unido) no parece que sea una idea disparatada del republicano.

Aunque el presidente de Estados Unidos no mencionó cómo podrían Canadá y la UE hacer daño a su América, —en términos económicos que de reputación no merece la pena hablar—, en la mente de todos asoma la figura de Xi Jinping. Si la Casa Blanca insiste en arrinconar al continente que su vicepresidente J.D. Vance y sus asesores «odian», ese deshecho de tienta al que se refería el deslenguado comentarista Tucker, podría no tener más remedio que echarse en brazos de Pekín. Y en ese caso, otro gallo con una potencia de voz similar cantaría para disgusto del inventor de MAGA (Make America Great Again)

El régimen de China, ha tenido paciencia con los aranceles de Trump y esperó hasta que consideró que había que poner un límite al presidente que ha vuelto, pese a estar cerca de los 80, con las pilas recargadas. Pekín, que aplica una reciprocidad moderada, pronunció hace unos días una frase que puso en alerta a Trump: «Si lo que Estados Unidos quiere es una guerra, ya sea una guerra arancelaria, una guerra comercial o cualquier otro tipo de guerra, estamos listos para luchar hasta el final». Dicho de otro modo, hasta aquí hemos llegado y si quieres sangre, la tendrás.

En ese hipotético escenario de cambio de socio de la UE el mensaje último de Trump se convertiría un poco en lo que ya es, palabrería y bravuconadas con efecto contrario al deseado: «¡SE ACERCA EL DÍA DE LA LIBERACIÓN DE ESTADOS UNIDOS! DURANTE AÑOS NOS HAN ESTAFADO PRÁCTICAMENTE TODOS LOS PAÍSES DEL MUNDO, AMIGOS Y ENEMIGOS. PERO ESOS DÍAS TERMINARON. ¡¡¡AMÉRICA PRIMERO!!!», volvió a escribir, en mayúsculas, en Truth Social.

Presentar a la primera potencia del mundo como una víctima no parece que vaya a ser un negocio rentable para el magnate que hizo su fortuna en el sector inmobiliario, los casinos y otros business en ocasiones poco recomendables. Atizar una y otra vez a Europa, como mucho, puede servir únicamente para saciar sus impulsos y los del grupo de Signal donde creyeron sumar a un amigo que ha resultado ser su enemigo y en realidad es un periodista que dirige The Atlantic, una de las revistas más sólidas de defensa en Estados Unidos.

Bruselas ha tardado en salir de su letargo, pero gracias a Donald Trump sabe lo que se le avecina por el este y el oeste. Con el plan de rearme, palabra que provoca tanto disgusto en Pedro Sánchez como en Giorgia Meloni, la UE intenta avanzar en su carrera contra reloj para volver a ser alguien. Y con o sin Trump, si no lo logra ahora, más tarde o más temprano, estará cerca. Otro escenario sería su disolución, pero antes, probablemente, cambiaría al americano por el chino. Y eso, no sería buen business para Trump ni para Occidente.

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