Crisis de identidad
La crisis de VW destapa el coste brutal que ha tenido el coche eléctrico en la industria europea del automóvil
La electrificación y la llegada de los coches chinos ha puesto contra la pared al automóvil europeo, que pide ayuda a Bruselas para retrasar la electrificación y hacer del coche hídrido su comodín comercial
Para saber lo que le está ocurriendo al automóvil europeo habría que viajar en el tiempo hasta el 18 de septiembre de 2015, cuando la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) hacía pública una denuncia contra el Grupo VW por falsear las emisiones de sus coches, los Estados Unidos daban la voz de alarma de un caso que posteriormente sería bautizado como el Dieselgate.
En 2018, con el problema a medio digerir, Herbert Diess se hacía cargo del grupo VW con la prioridad de pasar página del escándalo, entonces su única obsesión fue quitarse de encima esa losa que también salpicó de una u otra forma al resto de la industria europea.
Del Dieselgate al coche eléctrico
La admiración de Diess por Tesla y la amistad que le unía a Elon Musk le hicieron optar por la más transgresora de las opciones, tratando de romper con todo lo anterior con un programa de electrificación que dejaba de lado los motores de combustión y a sus modelos icónicos, como el propio Golf.
La admiración de Diess por Musk era tal que intentó copiar incluso el modelo de negocio sin concesionarios, asumiendo todo el proceso desde la fabricación hasta la comercialización de los coches, teniendo en cuenta que los eléctricos requieren mucho menos mantenimiento y apenas se averían.
El modelo Tesla
El problema es que grupo no dio con la tecla en materia de electrificación y sus modelos de batería no acabaron de gustar.
Por si esto fuera poco el mercado de coches eléctricos no solo no creció sino que comenzó a caer el año pasado. Al no venderse coches eléctricos se disparó el coste de producción en sus fábricas, que incluso llegaron a parar puntualmente por la sobreproducción de este tipo de automóviles.
Mientras otros grupos optaban por transiciones más progresivas y ordenadas con plataformas multienergia que les permitía integrar mejor los modelos eléctricos en sus gamas sin dejar de vender híbridos, el Grupo VW y todas sus marcas apostaron por el órdago.
El error de cálculo fue tal que incluso se reservaron la producción de eléctricos para sus plantas alemanas y del norte de Europa, un problema tremendo ahora que no se venden eléctricos y no hace falta producirlos. Este es el motivo real por el que el Grupo VW habría anunciado hace días el cierre de hasta tres plantas en Alemania y el despido de miles de trabajadores.
Al final es muy posible que no llegue la sangre al río y todo apunta a que VW logrará reducir el coste productivo en las plantas afectadas con disminuciones de personal y salarios, tal y como ya han explicado en algunos de sus comunicados.
La realidad es que a día de hoy tanto el coste de la mano de obra como el de la energía provocan que sea muy caro producir coches en Alemania, especialmente eléctricos, que tienen un margen de beneficios muy ajustado.
Punto sin retorno
Es cierto que el automóvil europeo está en un punto sin retorno pero por primera vez desde hace años tiene un rumbo fijo: los híbridos, un mercado que está disparado y por el que sí apuestan los compradores.
Pese a que los resultados trimestrales de esta semana VW anuncia una caída de beneficios del 30 %, la realidad es que ni el grupo VW ni la industria europea del automóvil están tan mal como parecen, sino que están haciendo su papel al reclamar la ayuda y la complicidad de Europa para lograr digerir el sapo de la electrificación, un proyecto en el que han invertido miles de millones de euros.
Bruselas, mientras tanto, se mantiene firme en sus multas por emisiones para el año que viene en función de las emisiones de CO2 de cada marca, pagarán más los que menos coches eléctricos vendan, y en la prohibición de la venta de coches de combustible en 2035.
Jaque mate
Se trata de una partida de ajedrez en la que las empresas automovilísticas están reclamando de Europa más ayudas en la transición hacia la electrificación, por lo que las marcas están anticipando un escenario apocalíptico que podría llegar si Bruselas no mueve ficha.
El verdadero problema hoy para el Grupo VW viene de China, donde ha visto como sus ventas se han venido abajo, el que era hasta hace poco uno de sus principales mercados que puede ir aún peor teniendo en cuenta los aranceles aprobados esta semana por Europa.
Hay que tener en cuenta que el Grupo llegó a vender uno de cada dos coches en China y este ejercicio la proporción ha caído a uno de cada tres, con 711.00 unidades matriculadas en el tercer trimestre de este año.
Oliver Blume, que sustituyó a Diess en 2022, ha tratado de reconducir la situación de la compañía en una doble dirección, por un lado ha sacado del armario sus iconos, lanzando el nuevo Tiguan, uno de los mejores coches de la historia de VW, y reposicionando el Golf a un precio que permite soñar con él e incluso comprárselo a muchos.
Es posible que tanto VW como Mercedes, BMW, Renault y Stellantis deban superar la mayor crisis de su historia a cuenta de la electrificación, para lo que necesitan que Bruselas apunte el timón del automóvil europeo en la dirección adecuada, que a corto y medio plazo pasa por los coches híbridos.