Héroe ucraniano de la toma de Berlín

Pese a su voz fría y metálica, el locutor de la radio oficial de la Unión Soviética no pudo contener su alegría al anunciar la toma de Berlín aquel 2 de mayo de 1945. Una batalla final en la que participó el joven teniente de Aviación Nikolai Naumovich Kirtok, al frente dirigió dos veces un grupo de aviones de ataque Il-2 para destruir posiciones de artillería y mortero enemigas en las afueras del suroeste de Berlín el 24 de abril. Con un ataque aéreo bien dirigido, el grupo consiguió destruir con éxito cuatro baterías de artillería.

La hazaña es una más de las protagonizadas por Kirtok entre el 27 de julio de 1943 y el 11 de mayo de 1945: en total fueron 210 exitosas salidas enfrentándose a la artillería antiaérea y los aviones de combate de la Luftwaffe. Según su relato de combate, destruyó y dañó 38 tanques y vehículos blindados enemigos, 54 vehículos, siete depósitos de combustible, un tren de municiones y seis baterías de artillería antiaérea. Durante los combates aéreos, se le atribuyen un derribo en solitario y cuatro compartidos de aviones enemigos.

El balance fue convalidado por sus superiores y el 27 de junio de 1945, un decreto del Presidium del Soviet Supremo de la URSS hizo del joven piloto un héroe de la Unión Soviética, «por el cumplimiento ejemplar de las misiones de combate del mando para destruir el personal y el equipo del enemigo y por el valor y el heroísmo de los guardias demostrados al mismo tiempo», recibiendo en la misma tanda la Orden de Lenin y la medalla de la Estrella de Oro. Tres días antes había participado en el Desfile de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú, presidido por Stalin.

Después de la guerra, continuó sirviendo en la Fuerza Aérea, al mando de un regimiento de Aviación de Asalto. Antes de graduarse en la Academia de la Fuerza Aérea en 1951, Kirtok trabajó en el Instituto de Pruebas Científicas de la Fuerza Aérea como jefe del departamento de pruebas de aviones tácticos, antes de pasar más de dos en la Dirección Principal de Operaciones del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas.

Era el colofón de la trayectoria de un cerrajero ucraniano apasionado por la aviación desde su juventud. Pero sus escasos medios solo le permitieron prestar sus servicios –sin pilotar– en el aeroclub de Odesa. El estallido de la Segunda Guerra Mundial le iba a permitir satisfacer su ambición, tras una rápida formación en la Escuela de Pilotos de Tambov.

Su entrada en combate tuvo lugar en la batalla de Kursk, la más masiva del Frente Oriental tras la de Stalingrado. Kursk fue el inicio de su particular epopeya que culminó en los escombros de Berlín, entonces capital del Tercer Reich.