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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Quique Yurovsky

Está deseando hacer lo mismo que ordenó Lenin al comandante de los bolcheviques Urales en Ekaterimburgo

Actualizada 01:16

Cuando Sánchez le nombró secretario de Estado, es decir, miembro del Gobierno de España, ya se había publicado y extendido por las redes sociales el siguiente diálogo entre el periodista Pere Rusiñol y el dirigente comunista español y representante de las FARC en nuestro país Enrique Santiago. La entrevista trataba de un asunto no del todo agradable.

El asesinato de la Familia Real española si se diera el caso de un triunfo de la revolución comunista, que está a un paso de producirse.

Pere Rusiñol: Si se dieran las condiciones que se dieron con Lenin, ¿tú te irías mañana, no al Palacio de Invierno, sino al Palacio de la Zarzuela?

Enrique Santiago: Hombre, indudablemente. Si se dieran las condiciones, indudablemente, ¿no?

P. R.: ¿Y harías lo mismo que Lenin con el Zar?

E. S.: Si se dieran las mismas condiciones… por supuesto.

P. R.: ¿Lo aniquilarías?

E. S.: Eso ya… depende de lo que surgiera, cómo se pusiera. Eso no es… Los procesos revolucionarios no los haces para matar al Zar. Eso es algo bastante anecdótico en el devenir de la Historia.

Es decir, que está deseando hacer lo mismo que ordenó Lenin al comandante de los bolcheviques Urales en Ekaterimburgo. Pasar por las armas a los Reyes de España y a sus hijas.

En julio de 1918, el Zar Nicolás II, la Zarina Alejandra, y sus hijos las Grandes Duquesas Anastasia, María, Olga, Tatiana y el Zarevich Aléxséi, se hallan prisioneros de los bolcheviques en Ekaterimburgo, Siberia. Lenin se comunica por escrito con el comandante Yákov Yurovsky, y le ordena exterminar a la Familia Imperial Rusa. El 17 de julio, en la casa Ipátiev del campamento, reúnen a la familia y a los dos marineros Andrev Deverenko y Klementy Nagorno, asistentes del Zar y del Zarevich –enfermo de hemofilia–, respectivamente. Irrumpe en la estancia Yákov Yurovsky con cuatro pistoleros comunistas. Sin mediar palabra, Yurovsky asesina de un disparo en la cabeza al Zar, y posteriormente al Zarévich. El resto de los criminales disparan contra las aterrorizadas mujeres y los dos marineros. Un suelo de sangre con nueve cuerpos.

A Enrique Santiago no sólo le parece bien. Si se dieran las mismas condiciones acudiría al Palacio de La Zarzuela a reeditar el fusilamiento Real. No creo que se atreva. Los zares y sus hijos contaban con la defensa de dos marineros desarmados, más entregados a labores de enfermería que a otra cosa. Y nuestros Reyes, la Princesa de Asturias, la Infanta Sofía y la Reina Doña Sofía –el Rey Don Juan Carlos no se encontraría en España coincidiendo con la anécdota histórica del violento comunista–, serían defendidos hasta la última gota de su sangre por los jefes, oficiales, suboficiales y soldados de la Guardia Real. Es decir, que no coincidirían las condiciones, aunque sí las intenciones. Vistas y leídas las edificantes declaraciones a Pere Rusiñol de Enrique Santiago, Pedro Sánchez, atendiendo a la recomendación de Pablo Iglesias, nombró secretario de Estado al autorreconocido regicida en sueños. Y le diría al Rey: –Señor, este nuevo Secretario de Estado comunista desea fusilarlo acompañado de su familia. Pero no se preocupe, que para evitarlo estoy yo, Mi Persona. Yo lo tendré bajo mi control–. –Hombre, pues muy agradecido–.

Tan controlado está nuestro Quique Yurovsky, gran amigo del narcoterrorismo de las FARC, que sigue siendo secretario de Estado, miembro del Gobierno de España y del Rey, y con más poderes que nunca.

¿No les suena a bastante raro? Al menos, anecdótico para el devenir de la Historia, hay que reconocerlo, sí.

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