Síntomas de acusado deterioro moral
El cese de la directora del CNI permite extraer una moraleja: hoy en España falta patriotismo y respeto a la propia palabra
Ciertas cuestiones merecen ser conocidas, pero a veces al gran público se le escapan. La empresa que edita el periódico español más seguido, actualmente de ideología sanchista, incurrió en su día en una expansión imprudente, que la situó al borde de la quiebra. Dos grandes multinacionales españolas que cotizan en el Ibex acudieron al rescate. Ayudaron a enjugar su colosal deuda y evitaron su desaparición, en la idea de que se trataba de una importante compañía mediática española y por lo tanto debía perdurar.
Este martes, ese periódico abrió su portada con una entrevista a todo trapo con Oriol Junqueras, golpista condenado a 13 años de cárcel por quebrar la ley para declarar una república independiente en Cataluña. Insólitamente, las multinacionales españolas que sostienen a ese medio no dicen ni pío cuando el diario que han salvado se dedica a promocionar las demandas de un separatista antiespañol condenado por el Tribunal Supremo. ¿Se imaginan a The Times, Washington Post o Corriere della Sera abriendo sus portadas a todo meter con una entrevista de guante blanco a la mayor gloria de un golpista enemigo de sus naciones? Sería impensable. No lo admitirían ni los periodistas ni sus editores.
Todo esto refleja un problema hondo: buena parte de nuestro más importante empresariado se ha instalado en la inhibición y el relativismo en lo que hace a la unidad de España y su deterioro político, igual que sucede con la mayoría de los llamados «intelectuales». Por supuesto en privado esos empresarios echan pestes ante la deriva del sanchismo, pues entre otros daños castiga los intereses de sus compañías con su paupérrima gestión económica. Pero nadie se atreve a elevar la voz. Impera una acomplejada ley del silencio. Mucha disertación guay en el Foro de Davos, sí. Pero en casa, chitón, no vaya a ser...
En la entrevista, Junqueras exigía al Gobierno de España destituciones por el espionaje a los separatistas por parte del CNI (llevada a cabo por orden judicial y con todo el sentido, pues se trata de enemigos de nuestro Estado que se jactan constantemente de que volverán a intentarlo). Pues bien, a las 11.30 de la mañana, solo unas horas después de la publicación de la entrevista, Sánchez, que es rehén del partido de Junqueras, entregaba en bandeja a los independentistas la cabeza de la directora del CNI, Paz Esteban, funcionaria con cuarenta años de experiencia en «La Casa» y con un óptimo desempeño (según había enfatizado cinco días antes Margarita Robles). Es decir: pese a todas sus ínfulas, el débil presidente de España baila al son que le silban los separatistas antiespañoles.
Pero no solo los empresarios, los intelectuales y el presidente del Gobierno muestran escaso patriotismo. El problema es extensible a los mandatarios del PSOE, que sacrifican toda coherencia con tal de conservar sus puestos. Solo 24 horas antes de la destitución por orden de Junqueras de la directora del CNI, el portavoz del PSOE, Felipe Sicilia, aseveraba con rostro muy serio que «no hay ninguna razón para que no siga», «hay confianza en el trabajo que está realizando». Un cachondeo.
No resulta más serio el comportamiento de la sobrevalorada Margarita Robles, la del supuesto «sentido de Estado». Su envainada ha sido sonrojante (una vez más). Hace cinco días defendía a voz en cuello a Paz Esteban y su desempeño al frente del CNI, impecable según ella. Pero este martes, sin inmutarse ni aclarar su contradicción, Robles pasó a comunicar el cese de su defendida sin explicación alguna. Lo contó como si tal cosa, como si estuviese relatando que acababa de comprar un paquete de clínex. Tomando directamente a los españoles por imbéciles, incluso comentó que no estamos ante «una destitución», sino ante «una sustitución», y volvió a remarcar que el CNI es un servicio admirado y admirable. Entonces, ¿por qué han laminado a su directora? Pues lo saben hasta los escolares: porque Sánchez necesitaba ofrendar una cabeza en el altar de los separatistas. Margarita completó su papelón expresando su «admiración y respeto» hacia Sánchez. ¿De verdad hace falta arrastrarse así?
Esta triste historia nos deja a la altura del betún internacionalmente: ¿a quién se le ocurre cargarse al responsable del servicio de inteligencia en pleno conflicto en Ucrania y en víspera de acoger la gran cumbre de la OTAN? Pero sobre todo indica un acusado deterioro de la calidad moral. Los políticos, los periodistas y los empresarios somos un retrato de la sociedad que formamos todos. Y lo que se va viendo es que lo único que aquí prima es el propio ombligo. Falta compromiso con España. El patriotismo más básico ha caído en desuso y la palabra dada y la coherencia ya no son valores capitales.
España necesita una profundísima regeneración. Pero sobre todo de índole moral.