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Cosas que pasanAlfonso Ussía

La Yolanda de Calcuta

Según el Gobierno, su viaje a Roma para visitar a Su Santidad el Papa acompañada por siete asesores apenas ha costado a las arcas públicas 224 euros

Actualizada 04:55

Espero ser perdonado por Santa Teresa de Calcuta, pero creo que la comparación no se desajusta al respeto. Lo que ha conseguido la vicepresidente y ministra de Trabajo del Gobierno de España Yolanda de Calcuta no es superable. Según el Gobierno, su viaje a Roma para visitar a Su Santidad el Papa acompañada por siete asesores apenas ha costado a las arcas públicas 224 euros. Y los datos no los aporta un cualquiera, sino don Josep Vendrell, «director del Gabinete de la Vicepresidenta (sic) segunda y ministra de Trabajo y Economía Social». Si Vendrell lo afirma, no hay tu tía. En ese aspecto, Vendrell es irrebatible. En España entera se le conoce por «Vendrell el Preciso», y se me antoja corta la denominación.

El viaje tuvo lugar en invierno. Yolanda de Calcuta se puso en contacto con el presidente de la Real Federación Española de Fútbol para solicitarle alojamiento gratuito para ella y sus asesores en Roma. Y Rubiales consiguió que el club romano por excelencia, la Roma, le cediera los vestuarios. En el vestuario local, pernoctaron, se ducharon y acicalaron la ministra y sus asesoras, y en el visitante, los asesores. Cero euros de gasto. No acudieron a ningún restaurante romano. Llevaron de Madrid algunos bocadillos de «foie gras» Bolado caducados de fecha y bolsas de pipas «Facundo». Los bocadillos fueron repartidos entre todos, a saber, Yolanda de Calcuta, Joaquín Pérez, secretario de Estado de Empleo, Josep Vendrell «el Preciso», Virginia Uzal, Jefa de Prensa de la Vicepresidencia, Carlos Corrochano, politólogo asesor de la Vicepresidencia, Elena Cardezo, asesora y excoorodinadora de campaña, Estela Pazos, directora adjunta del Gabinete, y Mariña Sánchez, la entrañable Mariña, fotógrafa oficial de Yolanda de Calcuta, incorporada a última hora después de confirmar que en la Santa Sede no hay fotógrafos. El Papa se mostró encantado por la presencia del polítologo asesor y la asesora y excoordinadora de campaña, sin los cuales Yolanda de Calcuta, la austera santita de Fene, no puede ir ni al cuarto de baño.

La audiencia con el Santo Padre fue distendida. Con antelación al saludo, un cardenal se acercó hasta Yolanda de Calcuta para aleccionarla en lo que respecta al saludo. Es conocida por su austeridad, pero también porque toca mucho, es muy tocona. Y el cardenal le susurró a Yolanda de Calcuta: -Un saludo respetuoso y cordial, pero no nos lo sobe-. Durante la amena charla, Su Santidad le preguntó si siempre se desplaza con tanta gente, y ella le respondió que su función fundamental en la política española es sumar. Cuando el Sumo Pontífice intuyó que Yolanda de Calcuta no daba más de sí, le regaló – a ella y a sus acompañantes, incluído el politólogo-, un rosario, a sabiendas de que jamás lo utilizarían. Y ella obsequió al Papa un libro de Almudena Grandes con la siguiente dedicatoria: «A mi querida y admirada compañera, la siempre austera y comunista Yolanda, con el puño alzado y nuestro grito en común. ¡Viva la Estación de Atocha y Viva Galiza Ceibe! Almudena». Porque no había leído ni la dedicatoria, lo cual no considero merecedor de crítica. Sí, en cambio, regalar al Papa un libro de segunda mano. Pero ante todo, la humilde austeridad.

¡Y todo por sólo 224 euros! Claro que Vendrell el Preciso, no consideró conveniente incluir el uso del avión Falcon, el «catering» del Falcon, las dietas de la tripulación y servicio de cabina del Falcon, el combustible del Falcon, el hotel de Roma para la «troupe», los desayunos, comidas y cenas en la Ciudad Eterna, y los traslados a los aeropuertos. Aquí, en este caso, y que no sirva de precedente, Vendrell no estuvo preciso.

Ya no es que se rían de todos nosotros. Se carcajean.

Y Yolanda de Calcuta y su asesor politólogo, harían muy buena pareja. Tienen una pinta estupenda los dos. Eso sí, ¿para qué fueron hasta Roma a ver al Papa?

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