Ella, elle y el Zendal
Ella y elle se sienten muy afectados por el uso en la actualidad del hospital Zendal, que la derrochadora de Isabel Ayuso estableció en un tiempo «record» cuando el virus chino se apoderó de Madrid
Tienen toda la razón. Ella está volcada a favor de la Sanidad pública madrileña, que según parece pasa por momentos catastróficos. Y elle también, aunque no sepa nada de la Sanidad pública madrileña, porque cada vez que le da un tantarantán, un patatús, o un agobio, acude solícito a la Sanidad privada, y entrega las esperanzas de su curación a los médicos del hospital de pago de la Zarzuela. Ella es médico y política, y en plena calamidad de la COVID-19, renunció a ejercer su profesión en beneficio de su afición. Pero no hay que tenerlo en cuenta, porque ella quiere lo mejor para los madrileños, y es probable que, conociéndose, eligiera su afición política y no su profesión médica en beneficio de los enfermos. Mientras sus compañeros de profesión, enfermeras, celadores y voluntarios trabajaron durante meses 20 horas cada día, lo mismo en la Sanidad pública que en la privada, ella acudía a la Asamblea de Madrid a ejercer, con la brillantez que le caracteriza, su función opositora. Un trabajo más cómodo, pero fundamental, para que la comunidad de Madrid se haya convertido, a pesar de Isabel Ayuso, en el motor de la economía española. Pero no todo es la economía. A ella la economía no le importa en exceso porque tiene la suya plenamente asegurada, si bien, retenida por su conciencia social. Su ilusión es vivir cerca del parque de El Retiro, pero su formación comunista se lo impide, y si vive junto al Retiro, en un barrio de lujo, es por culpa de su marido, un ejecutivo agresivo de una empresa multinacional. Como elle, que gana en su cadena de televisión más de lo que perciben por sus veinte horas de trabajo treinta médicos de la Seguridad Social o veinticinco de la Sanidad privada. Pero tienen razón, y no hay que darle más vueltas al asunto.
Ella y elle se sienten muy afectados por el uso en la actualidad del hospital Zendal, que la derrochadora de Isabel Ayuso estableció en un tiempo «record» cuando el virus chino se apoderó de Madrid. En Valencia, el socialista sonriente Ximo Puig cayó en el error de imitar a Isabel Ayuso, la derrochadora, y también levantó un hospital de campaña en muy pocos días. Pero la Ayuso contó con la ayuda de Eolo, que no sopló. De Eolo y de la instalación, que era más resistente y robusta que la de Puig. En Valencia, Eolo se enfadó, sopló el viento, y el hospital de Puig voló por los aires, en tanto que, en Madrid, el Zendal se mantuvo intacto. Pero tienen razón y, además, la razón la endulzan con el buen humor de ella y elle, que forman una pareja que es la monda.
Y elle, compartiendo fotografía con ella en un lujoso bar, ha emitido un tuit muy divertido: «Trabajando con Mónica García. Le he propuesto que alquilemos el Zendal para celebrar Eurovisión 2023. Podremos recuperar alguno de los millones (150) que se despilfarraron para construir ese garaje que está maravillando al mundo». Irónico y muy ingenioso. Y tiene razón elle.
Ese garaje maravilló al mundo por su eficacia. En ese inmenso garaje superaron la covid, en su peor momento, en los meses más agresivos de la pandemia, miles de ciudadanos. Más de ocho mil madrileños –aunque no fueran naturales de Madrid, que Madrid es de todos los españoles– fueron sanados y recibieron el alta médica. Más de 400, que ingresaron prácticamente muertos, sobrevivieron en la UCI del Zendal, y en ese garaje, con un orden perfecto, se inyectaron más de dos millones de vacunas. Entiendo que ella y elle tienen razón. La vida de 8.000 personas, la curación de 400 agonizantes y la aplicación ordenada y constante de dos millones de vacunas son consecuencia del despilfarro de Isabel Ayuso y su Gobierno de la Comunidad de Madrid.
Ella y elle lo habrían hecho mucho mejor.