Trump condenado
Trump ganó la batalla de las ideas en el seno del Partido Republicano. Sin embargo, hoy Trump es el principal obstáculo para que alcance la victoria
Que la vida sentimental y sexual de Donald Trump ha sido escasamente ejemplar no es ninguna novedad. En realidad, él ha hecho de todo ello una seña de identidad. Lo que sí es una novedad es que haya sido condenado por abusos a una señora, cometidos en el vestidor de unos almacenes neoyorquinos hace treinta años. Es la primera sentencia de una ristra que está por llegar, en la que hallamos acusaciones por comportamientos sexuales inapropiados, presiones indebidas a funcionarios públicos, tenencia de documentos sometidos a secreto de estado… El tiempo nos dirá qué sentencias recibirá, pero está garantizado un largo camino jalonado de pleitos y de debates públicos en torno a su persona.
Trump no es sólo una «celebridad». Además, es un candidato a la presidencia de los Estados Unidos. La campaña electoral ya está en marcha. Biden nos ha comunicado su disposición a continuar y DeSantis, entre otros republicanos, su deseo de liderar la propuesta de su partido. ¿Cómo repercutirá esta sentencia y las que están por llegar en las opciones de Trump a ganar las primarias? Esta es la pregunta que todos los analistas norteamericanos se están haciendo. La respuesta llegará dentro de unos meses. Pero, de lo que no hay duda, es de la planificación que han pergeñado los estrategas demócratas. Ellos quieren tener en frente a Trump, porque están convencidos de que es el candidato más fácil de batir, como ya ocurrió en las anteriores elecciones presidenciales y cómo se pudo constatar en las elecciones del pasado mes de noviembre, en las que los republicanos tuvieron resultados peores de los esperados precisamente por el peso de la figura de Trump.
Su singular personalidad moviliza, pero no sólo en un sentido. Ante el riesgo de que vuelva a ocupar la Casa Blanca los demócratas, sobre todo los más jóvenes, están dispuestos hasta a votar a Biden, a pesar de su edad y de sus posiciones demasiado conservadoras para su gusto. Para muchos votantes de centro, incluidos muchos republicanos, Trump es demasiado. Ni su estilo, ni su comportamiento durante el asalto al Congreso ni su biografía cumplen con el nivel mínimo de decencia exigible a un candidato presencial.
Trump ganó la batalla de las ideas en el seno del Partido Republicano. Apenas si quedan restos de lo que fue la obra política de Reagan y de los dos Bush. En la actualidad el partido está hecho a su imagen y semejanza. Sin embargo, hoy Trump es el principal obstáculo para que alcance la victoria. Por ello los demócratas harán todo lo que esté en su mano para movilizar a las huestes republicanas a su alrededor. Animarán denuncias, alimentarán el debate mediático… lo que haga falta para impedir la operación de relevo en el liderazgo conservador diseñada por los jefes del partido, que en principio tenía a DeSantis como principal beneficiario.