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GaleanaEdurne Uriarte

La incultura progresista

Que Vicente Barrera sea licenciado en Derecho frente al ministro de Cultura, Iceta, licenciado en nada ha sido una simbólica y divertida bofetada a la legión de patanes

Actualizada 01:30

Pensaba yo en las miserias del progresismo español tras las burlas de la izquierda al nombramiento del torero Vicente Barrera como consejero de Cultura de Valencia, cuando llegó la actriz Mónica López a rematar la faena, con eso de que «la gente de la cultura no debe ir a El Hormiguero porque blanquea el fascismo». Todos los males de la incultura progresista reunidos en una semana, desde la ignorancia sobre la tauromaquia, pasando por la sectaria identificación de la cultura con la izquierda, hasta el rechazo al patriotismo español y toda manifestación cultural, la tauromaquia, sospechosa de tener algo que ver con la patria.

Los lazos de la izquierda española con el movimiento antitaurino forman parte de ese cóctel, con ese lamentable desconocimiento de la tauromaquia y su profunda vinculación con todas las expresiones artísticas. De ahí la exhibición de ignorancia con la que intentaban ridiculizar estos días al torero, al buen torero, Vicente Barrera. Y con ese concepto de cultura vinculado a un determinado mensaje ideológico fuera del cual se niega el acceso a la categoría de arte o de cultura. Que Vicente Barrera sea licenciado en Derecho frente al ministro de Cultura, Iceta, licenciado en nada ha sido una simbólica y divertida bofetada a la legión de patanes, pero que no compensa el grave fondo de indigencia intelectual que ha alimentado los ataques.

Esta gente, la de la incultura progresista, ni siquiera conoce la realidad de la tauromaquia en otros países; tal es su cerrazón, que la consideran cosa del nacionalismo español. Cierto que los antitaurinos son en su inmensa mayoría de extrema izquierda en todas partes, vinculados al animalismo, pero el enorme apoyo a la tauromaquia en lugares como Francia se reparte entre todos los partidos políticos, lo que estaría bien estudiaran un poco los socialistas españoles. Hace unos meses, el extremista Aymeric Caron, de la Francia Insumisa de Mélenchon, eso sí, parisino, tuvo que retirar en la Asamblea Nacional, con patético enfado incluido, su proposición de ley para prohibir los toros porque se le echaron encima todos los partidos y los ciudadanos e instituciones del sur de Francia, además del Gobierno de Macron. Allí hay pasión por los toros, y en sus bellísimas plazas siempre abarrotadas de gente, la tauromaquia se despliega entre banderas francesas y un envidiable pluralismo ideológico, con los comunistas de las regiones del sur en primera línea de defensa. Con patriotismo francés a secas, sin que intervenga el español del que tanto desconfía la izquierda.

Cierto que Francia tiene también sobredosis de izquierdistas en universidades y medios culturales, pero sin llegar al cerrilismo español de identificar la cultura con la izquierda. Cerrilismo que no solo afecta a la actriz Mónica López, les pasa a muchos artistas e intelectuales educados en el progresismo y temerosos de salirse de sus dictados porque ello les pueda cerrar el acceso a películas, series, exposiciones, editoriales, periódicos. Sobrevivir en esos espacios siendo de derechas es una heroicidad, de ahí el desparpajo con el que las Mónicas López de la incultura progresista se exhiben en nuestro país.

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