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El puntalAntonio Jiménez

La última trola de un Sánchez que pide que gane la verdad y pierda la mentira el 23-J

Espero que los ciudadanos por una sola vez le crean y hagan caso para que el lunes tenga las maletas hechas en la puerta de la Moncloa

Actualizada 01:30

El optimismo impostado de Sánchez hablando en TVE, el último día de campaña desde bien temprano, de un PP desfondado y de un PSOE que va a ganar mañana domingo me resultó tan creíble como una remontada del Alcoyano perdiendo por goleada a falta de un minuto para el final del partido. La gesta imposible del entrañable equipo de Alcoy, siempre asociado irónicamente a una moral que mueve a la hilaridad, concluye, como suelen hacerlo los esfuerzos inútiles, en una melancolía casi tan infinita como esos horizontes dibujados por el místico Zapatero tras una noche de ayahuasca. Se le atribuye a Einstein la frase: «Sólo hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana, y no estoy muy seguro de la primera». Parece evidente a quién se le puede aplicar la segunda cosa con seguridad.

Que la tierra es el único lugar del universo, a saber, donde se puede amar y leer un libro, era algo desconocido hasta que ZP nos lo ha desvelado con trascendencia «einstiana», a pesar de ser tan obvio como que su protegido y ponderado Sánchez tiene ya el funeral y posterior entierro político pagados, por más que se esfuerce en sonreír y aparentar seguridad en la victoria electoral tal y como afirmó en la complaciente y servil entrevista que la colega Inchaurrondo le hizo ayer viernes en TVE .

Curioso el contraste de esta periodista del ente público, aparentemente independiente, firme e inflexible en sus preguntas comprometedoras a Feijóo y suave y pastueña con Sánchez a quien le extendió la alfombra roja, trató con guantes de seda y no interrogó en tono incriminatorio, como el que empleó con el líder del PP, sobre sus incumplimientos de palabra y mentiras sonadas o sobre sus acuerdos infames con los herederos políticos del terrorismo etarra y los golpistas «indepes».

Ni siquiera le echó en cara la última trola que nos coló a propósito de los peajes en las autovías que según sus corifeos gubernamentales eran un bulo, otra mentira más de Feijóo y Abascal, a pesar de haberse comprometido con Bruselas para aplicarlos en 2024. (Visionen ambas entrevistas y comparen).

Lo de cobrar peajes en las autovías bajo el principio de que «quien contamina paga» no era otro supuesto bulo de la derecha extrema y de la canallesca, como Sánchez afirmó en otra entrevista televisiva minutos antes de que fuera corregido y desmentido por la portavoz de la Comisión Europea, sino un hecho cierto y acreditado en los planes enviados por su gobierno a Bruselas para acceder a 8.000 millones de euros de los fondos de Recuperación.

Algo tan cierto como que si todas las encuestas publicadas hasta el lunes fallaran escandalosamente y Sánchez pudiera investirse nuevamente para otra legislatura no dudaría en comprar los apoyos de ERC y Bildu a cualquier precio con tal de garantizarse la Moncloa. Y «bilduetarras» e independentistas ya han puesto las condiciones por su apoyo: consultas de autodeterminación en Cataluña y País Vasco.

¿Alguien duda de que con Sánchez en la Moncloa y Cándido Conde Pumpido al frente del Tribunal Constitucional no inventarían una fórmula imaginativa para bordear la Constitución y aprobar esos referendos?

Los precedentes obran en contra de lo que es y representa Sánchez y no dejan margen para la duda. España no puede seguir dependiendo de partidos nacionalistas cuyos intereses están lejos de lo que importa y preocupa al común de los españoles ni de otro Gobierno social-comunista de Sanchez condicionado por sus apoyos. Mañana 23-J es la última oportunidad para impedirlo y de paso reprobar en las urnas algo tan obsceno y escandaloso como haber legislado para beneficiar a políticos delincuentes, haber debilitado al Estado y complacido a condenados por terrorismo a cambio de votos. Además, los españoles nos merecemos un gobierno que no nos mienta. ¿No lo dijo Rubalcaba? Pues eso. Paradójicamente fue el propio Sánchez quien apeló en su «minuto de oro», tras el paripé con Yolanda Díaz durante el debate contra Abascal, al sagrado valor de la palabra dada para pedir el voto a los españoles con el fin de que «el 23-J gane la verdad y pierda la mentira». Es la apoteosis del cinismo y espero que los ciudadanos por una sola vez le crean y hagan caso para que el lunes tenga las maletas hechas en la puerta de la Moncloa.

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