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Aire libreIgnacio Sánchez Cámara

El proyecto continúa

Los dirigentes del PP y Vox no son indigentes intelectuales y sabrán lo que tienen que hacer

Actualizada 01:20

El resultado de las elecciones es un desastre nacional. No comparto ese tipo de análisis que atribuye al pueblo una determinada intención. Por ejemplo, el pueblo ha decidido que gane el PP, pero que no gobierne con Vox, o que ha querido que gobierne el PSOE, pero atado de pies y manos. No hay una decisión colectiva de ese tipo. El triste resultado electoral es la consecuencia de millones de decisiones individuales.

El pueblo decide, pero sus decisiones pueden ser mejores o peores, justas o injustas, incluso contrarias a sus intereses, en suma, puede equivocarse. No es la ventaja de la democracia garantizar la sabiduría de los ciudadanos ni la ilustración de los gobernantes.

Todos los partidos pueden exhibir algún aspecto favorable. El PP es el más votado, el PSOE podrá gobernar, Vox ha ganado a Sumar, y Sumar también puede gobernar. No digamos los separatistas. El verdadero vencedor es el Frente Popular, la coalición de socialistas, comunistas y separatistas, a menos que Junts obligue a repetir las elecciones.

No son escasos los males del resultado electoral. Un Gobierno débil e inestable condenado a practicar su juego favorito: incumplir las promesas, es decir, mentir o rectificar. Por primera vez no gobernará el partido más votado. La alianza entre comunistas y socialistas con el apoyo de los separatistas no existe en ningún otro país europeo y es absolutamente extravagante a los principios y valores de la política de la Unión. Es contrario a la naturaleza de las cosas que una nación sea gobernada con el apoyo de quienes aspiran a destruirla. La izquierda ya ha perdido la mayor parte del poder autonómico y el Senado. El PP y Vox, primero y tercero, podrían formar gobierno, y no el PSOE y Sumar, tercero y cuarto, si no fuera porque quienes aspiran a dinamitar a la Nación prefieren la segunda opción. ¿Por qué? Pregunta retórica.

El Gobierno ha acertado con la absurda fecha electoral, ha aprovechado la bendición involuntaria de Vox y la reyerta de la derecha. El PSOE se ha salvado en Cataluña y el País Vasco. Los dirigentes del PP y Vox no son indigentes intelectuales y sabrán lo que tienen que hacer.

Lo peor es que, salvo sorpresa de última hora, el doble proyecto dirigido por el Frente popular continuará. En realidad, es un único proyecto con dos aspectos fundamentales: uno político, el otro intelectual y moral. El primero consiste en la demolición de la Transición y, con ella, de la Constitución y las libertades. Es necesario sustituir la reconciliación y la concordia por el odio y el enfrentamiento. El instrumento para llevarlo a cabo es un gobierno estable de Frente popular. Y una pretensión abyecta y falsa: la derecha es heredera del franquismo y sólo la izquierda es democrática. Aunque les pese, el Frente popular no tuvo ni tiene nada que ver con la democracia liberal, ni la guerra civil enfrentó a demócratas contra fascistas. El proyecto político se fundamenta en la mentira política e histórica.

El segundo aspecto del proyecto es intelectual y moral. Es, por ello, el más grave. Consiste en sustituir los principios de la civilización europea clásica por una nueva forma de barbarie. También se basa en la mentira, en este caso, intelectual y moral. Las verdades que han hecho a Europa son la religión cristiana, el sentido jurídico de los romanos y la filosofía griega. Todo esto está siendo negado o subvertido. Hay que excluir el cristianismo, negar la existencia de una justicia objetiva y de una verdad moral universal. Ni Dios, ni Derecho, ni Verdad. Se trata de un proyecto de naturaleza ideológica totalitaria para imponer a la sociedad una forma de pensamiento basado en la mentira.

En conclusión, después del 23 de julio, el proyecto continúa. Para desenmascararlo y detenerlo hay que actuar en dos frentes; el político, pero, sobre todo, en el intelectual y moral. Y jamás ceder al abatimiento y la resignación. España saldrá de este proceso.

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