Así te están robando la democracia
Mientras pensamos que nunca pasa nada, se están dando pasos que reproducen punto por punto cómo se fueron construyendo algunas dictaduras
Los pueblos tienden a pensar que «al final nunca pasa nada». Es amargo vivir poniéndose en lo peor. Mejor hacer el avestruz. Ir viviendo el día a día. No pensar demasiado. Pero perder la libertad puede resultar a veces un proceso mucho más rápido que el de ganarla. Hoy, aquí, en España, se están dando ante nuestros ojos pasos que reproducen punto por punto cómo se fueron armando algunas dictaduras.
Históricamente el mecanismo para construir un régimen autocrático es siempre el mismo. Se deslegitiman posiciones contrarias y se las intenta arrinconar fuera del espacio público. Se sataniza a las minorías, porque solo resulta aceptable un pensamiento determinado. Se subvierte la legalidad constitucional, estableciendo una nueva al servicio del partido único. Así han operado desde los césares romanos que acabaron con las libertades de la vieja República a Hugo Chávez, pasando por Hitler.
Los autócratas no se quitan nunca la máscara en el primer minuto. Guardan las formas mientras van laminando las instituciones, las costumbres del juego limpio y las leyes que garantizan la existencia de un Estado de derecho con libertades y deberes bien reglados. Hugo Chávez supone un ejemplo de manual. ¿Cómo instauró su dictadura? Pues ocupando los tribunales para ir estableciendo desde ellos una nueva legalidad. El resultado fue que al final lo legal era simplemente aquello que Chávez consideraba como tal.
Y eso mismo está ocurriendo aquí, en una azorada España, mientras el público se distrae con Rubiales o el horrible crimen en el paraíso exótico. Con toda la humildad me gustaría que lo que voy a contar a continuación pudiese llegar a todo tipo de españoles, de derechas o de izquierdas, porque nos están empezando a robar nuestra democracia. El asunto es el siguiente:
-Sánchez tenía un interés desmedido en hacerse con el control del TC, a fin de que validase como constitucionales reformas que a todas luces no lo son. Para ello colocó como presidente a Cándido Conde-Pumpido, un jurista dispuesto a actuar en cualquier circunstancia como un entregado peón del PSOE. Llegó además al descaro extremo de convertir en magistrados a su exministro de Justicia y a una catedrática que trabajaba para él en la Moncloa desde hacía dos años, Laura Díez, una catalana filonacionalista, para más señas.
-El TC ya se ha puesto a trabajar para Sánchez y esta semana ha ocurrido algo que prueba que estamos ya en lo peor y que no debe pasar desapercibido.
-La Junta Electoral y el Tribunal Supremo rechazaron el mes pasado la petición del PSOE de recontar los votos de Madrid, reprochándole que no aportaba un solo argumento que justificase tal reclamación. La infundada pataleta de Moncloa-Ferraz solo tenía un objetivo: intentar ganar un escaño más para no depender del «sí» de Puigdemont.
-Tras el contundente rechazo de la Junta Electoral y el Supremo, el PSOE se ha ido con su cantinela del recuento al Constitucional. Es un asunto que a todas luces nada tiene que ver con la Constitución y con el tipo de materias que debe dirimir ese tribunal. Pero ha sido admitido por el TC, porque para eso están allí Cándido y Laura, para servir a Sánchez a toda costa y a cualquier precio.
-Laura Díaz, la magistrada llegada al TC directamente desde la Moncloa, fue la ponente del caso. La letrada que tenía asignada en el Constitucional le presentó un informe jurídico concluyendo que era inadmisible la reclamación del PSOE. ¿Qué hizo Laura? Se trajo a otro letrado ¡de la Moncloa! para que le hiciese un informe a la carta dando la razón al PSOE y abriendo la puerta a su recurso y a que se revisen los votos. Y ese es el que ha sacado adelante. ¿Cómo se llaman este tipo de maniobras? Juego sucio. Subvertir la democracia y la legalidad. O dicho de otro modo más gráfico: chavismo.
-Pero todavía hay algo peor. En la nota donde el TC explica su decisión de dar cuartelillo a la reclamación del PSOE contra el criterio del Supremo se desliza una frase tremenda: estudiar la petición de Ferraz-Moncloa puede «dar ocasión al Tribunal para aclarar o cambiar su doctrina como consecuencia del surgimiento de nuevas realidades sociales». Se dinamitan así los pilares de nuestra democracia, pues el TC ya no está para establecer qué es o no es constitucional, sino para modificar bajo cuerda la Constitución acorde a «las nuevas realidades sociales». ¿Y cuáles son esas «nuevas realidades»? Pues muy fácil: lo que en cada momento necesite Sánchez para conservar el poder.
Si no es el prefacio de una dictadura se le parece mucho. Por favor, ¡despertemos de una vez!