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LiberalidadesJuan Carlos Girauta

Un TC contra la Justicia

Los sanchistas han depositado toda su confianza en el TC para hacer creíble la viabilidad de normas inconstitucionales, como la amnistía y otras concesiones

Actualizada 01:30

El Tribunal Constitucional de Pumpido ha devenido un órgano políticamente parcial y jurídicamente excedido en sus competencias. La parcialidad es tal que todas sus resoluciones resultan predecibles; puesto que hay siete progresistas y cuatro conservadores, cualquiera puede adivinar lo que se decidirá si el asunto tiene alguna relevancia política, lo que incluye la condena en firme de un exdiputado de Podemos por atentado a la autoridad. Por razones que resultaría demasiado enojoso exponer, lo resuelto por el TC en este caso no tiene la menor traducción práctica, no cambia nada. Eso sí, logra acogotar más al Supremo, dar otra vuelta de tuerca en el paulatino sometimiento del Poder Judicial a la mayoría política.

Tal mayoría la conforma un mosaico unido por la férrea voluntad del presidente de mantenerse en su puesto así arda España, y por las causas que sus socios separatistas y comunistas le inyectan. Causas caracterizadas por perseguir la demolición del régimen constitucional y la quiebra de la unidad nacional. Los sanchistas han depositado toda su confianza en el TC para hacer creíble la viabilidad de normas inconstitucionales, como la amnistía y otras concesiones. Sabedores de que el garante último del sistema es ya solo el Poder Judicial (y en lo simbólico el Rey), su única salida es convertir el TC en rectificador de fallos judiciales. Junto a la comentada parcialidad –con el daño que inflige a la neutralidad e imagen institucionales– encontramos así la afición a excederse en sus competencias. Asunto con mal arreglo que podría llevarnos a esta peligrosa conclusión: no hay posibilidad de enderezar la desviación autoritaria porque la neutralización del Poder Judicial es inevitable (desviación y neutralización que definen al sanchismo). Lo cierto es que sí existen posibilidades en la materia más deletérea y grave a la que nos vemos enfrentados: la amnistía. Y están en la Justicia Europea.

También está la posibilidad de obligar a Pumpido a apartarse de aquellos asuntos donde está contaminado. El abogado de Puigdemont (condenado por colaborar con la ETA) se ha jactado de mantener con Pumpido contactos dirigidos a asesorarse al preparar la redacción de la proposición de ley de Amnistía. Sería gravísimo. Es sospechoso que el presidente del TC no lo niegue (¿temor a que aparezca un e-mail?). Recordarán cómo abroncó al exministro socialista, hoy miembro del TC, Juan Carlos Campo, por hacer lo que debía: apartarse de todo asunto relacionado con el procés. Dada la colección de antiguos subalternos de Sánchez presentes en el órgano, si la virtud se extendiera el sanchismo estaría perdido. En cuanto al último exceso del TC, resumo: tiene carga política porque el solicitante de amparo, el que pateó a un policía, era diputado de Podemos; ergo había que darle la razón a él y quitársela al TS. Para ello los siete progresistas del órgano han corregido el fallo de la Justicia, enmendado la pena y amparado al recurrente por lo que no había pedido, pues de lo pedido no podía entender el TC. Bonito, ¿eh?

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