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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Illa, el mal menor que pronto será mayor

Lo único bueno de la jornada de ayer es que el soberanismo se queda lejos de la mayoría, los antisistema de la CUP se han dejado cinco papeletas y que el PP ha dado un salto brutal, quintuplicando sus escaños

Actualizada 00:10

La política del ibuprofeno de Pedro Sánchez no ha triunfado, ni se abre ninguna nueva etapa. Más bien, se ha consolidado una situación desquiciante en el Parlamento catalán, que podría obligar a repetir las elecciones. Aunque el separatismo no haya sumado, aquí no se ha reconciliado nadie con nadie, ni se ha desinflamado el procés, ni Illa es el líder constitucionalista destinado a pasar página. Es cierto que ha ganado claramente sumando nueve escaños, es verdad que ha logrado ser el voto refugio del constitucionalismo del desde ayer desaparecido Ciudadanos, e incluso de los votantes indepes hastiados, pero no será el presidente de los catalanes que quieren la unidad de España. No lo será porque el exministro de Sanidad, si es presidente, será el delegado de Pedro Sánchez y correa de transmisión de las necesidades que tenga Su Sanchidad en Madrid; si para que se mantenga su jefe en Moncloa necesita activar el pacto fiscal y el referéndum, el hoy ganador lo hará sin titubear. Y no le disgustará, en la tradición de la impostura histórica del PSC.

De las dos opciones que dejaron ayer las urnas, es evidente que el tripartito de la izquierda, el PSC junto a ERC y Sumar, es la fórmula con más posibilidades, pese a que los republicanos lo descartaron anoche. Pero es claro que en ERC va a comenzar el mambo. Por un lado, Junqueras -ayer cariacontecido detrás de Pere- no se puede permitir bloquear el Gobierno y obligar a repetir las elecciones. Si eso ocurre, los 13 que se ha dejado en las urnas será una broma al lado del varapalo que recibirán como responsables de la repetición. Pero no lo es menos que dentro del partido se han cansado de ser el pagafantas de Sánchez y no quieren seguir ejerciendo de tonto útil junto a Sumar.

Es de subrayar que los dos partidos comparsas de Sánchez, el de Junqueras y el de Yolanda Díaz, se han dado una bofetada sideral, volviendo a demostrar que hacer de cleenex del presidente socialista se paga. Tú mueves el árbol, y él recoge las nueces y te deja sin comer. ERC ha perdido 13 y Yolanda Díaz, de la mano de Ada Colau, dos. El primero ha visto cómo el líder del PSOE que invistió en el Congreso ha sido el mejor jefe de campaña de Puigdemont, su rival, al que ha blanqueado, lo que le ha permitido consumar el sorpasso, si bien con menos fuerza de lo esperado. Y algo más sangrante: fue Aragonès el que adelantó los comicios, al estilo de Mas, y ha obtenido el mismo pésimo resultado que aquel. Así que el president saliente ya puede ir recogiendo las maletas, porque su partido lo va a laminar. Lo mismo que debería hacer la vicepresidenta segunda, que va de derrota en derrota -Galicia, País Vasco, Cataluña- hasta el batacazo final. Pero ella sigue amarrada a su tabla de salvación, el presupuesto y el chófer de ministra.

El segundo escenario sería el apoyo de Puigdemont a Illa, que no se dará porque el prófugo buscaba ser restituido en la presidencia y eso no se va a producir. Sin embargo, hay gente dentro de Junts que estaría por la labor de repetir una «sociovergencia» y largar al fugado, una vez que este ha conseguido arreglar su situación personal humillando al Estado con la amnistía. Pero lo importante es que el forajido sigue teniendo los siete votos en Madrid que pueden dejar caer a Sánchez. En manos de un lunático como Puigdemont, cualquier cosa puede suceder y Su Sanchidad seguirá en manos de los mismos, ahora más enfrentados que nunca entre ellos.

Lo único bueno de la jornada de ayer es que el soberanismo se queda lejos de la mayoría, los antisistema de la CUP se han dejado cinco papeletas y que el PP ha dado un salto brutal, quintuplicando sus escaños. Ese guarismo junto a los once diputados que mantiene Vox dejan una esperanza cierta para el constitucionalismo, tras el desastre protagonizado por Ciudadanos que, en 2017 con Inés Arrimadas fue la fuerza más votada con 36 escaños y hoy ha desaparecido, obteniendo 10.000 votos menos que el Pacma. Una buena reflexión para que los partidos que defienden los valores de todos y la unidad de la nación dejen de enfrentarse y sigan cultivando propuestas que amparen al constitucionalismo y desenmascaren las políticas criptonacionalistas del PSC. Por no hablar de las buenas perspectivas que se les presentan a Feijóo y a Abascal en las europeas de junio.

Antes de las elecciones de ayer sabíamos algunas cosas: que el detergente de Sánchez ha sido el que más blanco ha lavado la imagen de Puigdemont, que el fugado iba a adelantar a ERC, el que ha costeado la fiesta sanchista, que Illa ha sido el «mal menor» para muchos votantes, que el CIS de Tezanos no iba a dar ni una y que, finalmente, iban a participar pocos ciudadanos, un 57%, cansados seguramente de que los separatistas les hablen de una nación inventada y no de la sequía, la inseguridad ciudadana y la inmigración.

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