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02 de julio de 2024

El astrolabioBieito Rubido

Puigdemont quiere gobernar

El timonel enamorado del socialismo español tendrá que sacrificar a Illa y a sus militantes catalanes para poder seguir contando con el apoyo de Junts

Actualizada 00:39

El enrevesado proceso de Sánchez para ser presidente del Gobierno, pese a haber perdido las elecciones, se va a volver ahora en contra de Salvador Illa. Las elecciones catalanas las ganó el PSC, la franquicia del PSOE, pero el líder prófugo de Junts ha dejado claro que la diferencia de escaños que le separa del ganador es exactamente la misma que distancia a Sánchez del más votado en las últimas generales, que fue el PP, vencedor de esos comicios. Así que el timonel enamorado del socialismo español tendrá que sacrificar a Illa y a sus militantes catalanes para poder seguir contando con el apoyo de Junts.

La buena noticia de ayer es que por primera vez en muchos años los votantes nacionalistas son menos que el bloque constitucional. Lo inquietante, aunque significativo, fue la abultada abstención, que se acercó al cincuenta por ciento. Es decir, que mitad de la sociedad catalana no se siente concernida con la política. Hay un cansancio cierto y un desgaste de materiales sociales evidente.

Sánchez querrá hacer una lectura triunfalista del resultado de ayer. Ya no puede. Puigdemont se lo ha puesto difícil. No deja de ser significativo que en el único lugar donde el PSOE actual gana unas elecciones sea en Cataluña, cuya patología política y social hace que un fugitivo de la justicia le dispute la Generalitat al vencedor. En Madrid, Galicia y País Vasco, el PSOE sanchista es tercera fuerza. En Andalucía perdió su hegemonía. En definitiva, estamos ante un político, Sánchez, que no logra el apoyo social suficiente y, sin embargo, gobierna por la vía de pactos perversos que de una u otra manera se vuelven contra él y, sobre todo, contra su partido.

Ya sabemos que a Sánchez solo le importa su persona. Por eso va a dejar al PSOE en un estado lamentable. Tiempo al tiempo. Será un final no querido, inexorable. Destino contra el que no va a poder hacer nada, que es otra versión del drama. Pero la teoría sobre comedia y tragedia, cómico y trágico, lo dejamos para otra noche que no sea electoral.

El triunfo de ayer del PSC ya se lo ha amargado a Salvador Illa, por adelantado, Puigdemont, al recordarle que la posible ingratitud socialista tendrá el castigo de perder su apoyo en el Congreso.

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