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HorizonteRamón Pérez-Maura

El análisis estúpido del voto de Vox y PP

No sólo es verdad que no le ha quitado ni un voto al PP. Es que Vox ganó modestamente votos en las cuatro provincias catalanas. A mí me parece de una enorme trascendencia ese dato que demuestra algo de enorme relevancia: que en determinadas partes del país los votos de PP y Vox pueden ser complementarios

Actualizada 01:30

De entre los muchos análisis relevantes que se puede hacer de las elecciones del pasado domingo en Cataluña, creo que no hay que despreciar el del resultado de Vox y PP. Comentábamos ayer en esta columna que los supuestos tracking filtrados a los medios de comunicación a lo largo de la última semana indicaban un claro repliegue del PP respecto a los sondeos del principio de la campaña y, en cambio, un avance de Vox respecto a los primeros sondeos, comiéndose voto del Partido Popular.

Yo creo mucho en que los sondeos nos dan tendencias de mucho valor. Pero, estaremos de acuerdo en que lo que esos supuestos sondeos nos estaban dando en esta ocasión no eran tendencias sino voluntad de intoxicar el resultado electoral, algo en lo que el sanchismo es un maestro insuperable. La realidad de la noche electoral se manifestó desde muy primera hora. Con un 4 por ciento del recuento las pautas ya estaban marcadas. Ni voto rural, ni voto urbano. Desde el principio el repunte del PP se manifestó allá donde fuese el recuento.

Ayer lunes escuché con desazón a los habituales analistas necrófilos, uno de ellos en la COPE, explicando el inmenso fracaso del PP en estas elecciones catalanas porque no le ha quitado ni un voto a Vox. Qué fino análisis. No sólo es verdad que no le ha quitado ni un voto al PP. Es que Vox ganó modestamente votos en las cuatro provincias catalanas. A mí me parece de una enorme trascendencia ese dato porque demuestra algo de enorme relevancia: que en determinadas partes del país –ciertamente no en todas– los votos de PP y Vox pueden ser complementarios.

Recordemos que en 2017 la suma de Ciudadanos y PP logró el 29,61 por ciento de los votos emitidos y 40 escaños. El 25 por ciento de ese total lo aportó Ciudadanos. El pasado domingo el PP y Vox sumaron el 18,93 por ciento de los sufragios emitidos. Vox sacó un porcentaje casi idéntico a las elecciones anteriores. En cambio, el PP pasó de un 3,9 por ciento a un 10,97 por ciento. No parece arriesgado concluir que el PP ha crecido al margen de los votantes de Vox y a mí eso me parece muy bueno. Creo que si el PP estuviera disputando a Vox su electorado, jamás conseguiría crecer la alternancia al independentismo y a los partidos dudosamente constitucionales como el PSC. El crecimiento del PSC ha sido gracias a que se ha quedado con buena parte del electorado que votó a Ciudadanos hace siete años. Por increíble que a mí me parezca, parece evidente que el 25 por ciento que nutrió el recuento de Ciudadanos en 2017 se alimentaba de mucho voto de centro izquierda que ha vuelto al PSC pese a sus maniobras orquestales en la oscuridad con Puigdemont. La pregunta elemental es si parte de ese voto es más fácil de recuperar desde un PP liberal encabezado brillantemente por Alejandro Fernández o desde Vox. Yo creo que la respuesta es muy evidente. A pesar de la gravedad de lo ocurrido en los últimos tres años, Vox no parece haber convencido a un número mínimamente significativo de votantes del centro. En cambio, los resultados del PP están a la vista.

La realidad es difícilmente discutible. El pasado domingo el PP empezó a horadar una vía de agua en el independentismo catalán. Quienes crean que eso es importante, ya saben lo que hay.

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