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08 de septiembre de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

Múnich

¿Se acuerda usted de los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972? Los autores intelectuales del crimen masivo y los terroristas que llevaron a cabo el cobarde ataque contra unos deportistas, no tuvieron un buen final

Actualizada 01:30

En principio, creí estar oyendo a Tamara Falcó ejerciendo de política de la ultraizquierda.

¡Caray con Tamara!, comenté susurrando.

-No es Tamara. Tamara no habla tan pijo. Es Rita Maestre-, me informó el amable taxista. Y era, efectivamente, Rita Maestre.

Con un huevo duro en la boca, Rita Maestre anunciaba al mundo una importante noticia. En un arrebato de coraje y valentía, siempre con el huevo duro en la boca, la arrolladora política madrileña se plantó. ¡Ay Seña Rita! ¡Adiós Julián! De la Verbena de la Paloma. «Me borrow –borro–, de la celebración de San Isidro por la medalla de honour –honor–, que ha concedido el Ayuntamiento de Madurid –Madrid–, a la Comunidad Judía.

Es prouvocativo –provocativo–, y vergonzouso –vergonzoso–. La verdad, es que me temblaron los muslos de la emoción. Después del acto en el Ayuntamiento de Madurid –Madrid–, se acostumbra ofrecer un «cock-tails» de aperitif –aperitivo–, con toda suerte de canapés. Y ese surtido canapetero sólo lo rechazan los políticos ultraizquierdistas por motivos de enorme trascendencia internacional. –Prefiero quedarme sin probar los canapés de «saumon fumé» -salmón ahumado-, que asistir a un acto en el que se premia a un Estado genocida-. Lo del Estado genocida se lo copió a Irene Montero, una de sus íntimas amigas. –Es «horouroso» – horroroso–, lo que está haciendo Israel con los «palestinous», en español, palestinos. De Hamás, de sus crímenes, de sus asesinados, de sus torturados y de sus rehenes, «rien de rien» –nada de nada–.

Por otro lado, Pablo Iglesias, ese tipo con aspecto de recién levantado con un pijama de un mes de uso ininterrumpido, expuso una brillantísima idea. «Hay que expulsar a Israel de la próxima Olimpiada de París. Y en el caso de que Israel acuda a la Olimpiada, España tendría que renunciar a su participación».

Ante todo, una aclaración, fenómeno.

Lo que se celebra en París a partir del 26 de julio de 2024 no es una Olimpiada. Se celebran los Juegos Olímpicos. La Olimpiada es el tiempo que transcurre, por lo normal cuatro años, desde que se clausuran los anteriores Juegos Olímpicos hasta que se inauguran los siguientes. Las Olimpiadas duran cuatro años y los Juegos Olímpicos treinta días, lo que usted tarda en cambiar de pijama.

Pero hay muy mala fe en sus palabras. ¿Se acuerda usted de los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972? Se lo habrán contado. En aquellos JJOO un comando terrorista palestino irrumpió en la residencia de los deportistas de Israel y asesinó a sangre fría a 11 atletas que representaban a su nación. Algunos fallecieron en la Ciudad Olímpica, y el resto en el aeropuerto de Múnich, donde fueron llevados como rehenes. Los Juegos no se suspendieron, y fue el Estado de Israel el que atendió y aprobó que no fueran suspendidos porque el mundo y el deporte nada tuvieron que ver con la salvajada.

¿Ha visto usted la película «Múnich»?

Los autores intelectuales del crimen masivo y los terroristas que llevaron a cabo el cobarde ataque contra unos deportistas, no tuvieron un buen final. Pero no fue Israel la que había atacado. Fue Israel la nación que respondió por sus hijos asesinados. Mal ejemplo ha elegido, petimetre.

Israel responde. Pero nunca es el primero en atacar.

Y España participará. Su exigencia, habrá que añadirla a la antología de sus necedades, que precisa de varios volúmenes de los gordos.

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