El machismo de Óscar Puente
El problema no es el ministro, sino el feminismo «de piquito» que se escandaliza con Luis Rubiales pero calla con las menores tuteladas de Valencia o Baleres
Ayer estuvo Óscar Puente en Onda Cero y allí mismo se definió como un machista potencial, pues tiene 55 años y arrastra «micro y macromachismos de los que ni siquiera soy consciente». Hay que reconocerle al ministro su valentía. No ya por reconocer sus imperfecciones, sino por ponerse delante de Alsina dos meses después de confesarle, para sonrojo de todos, que tiene a gente de su equipo repasando aquello que escribimos sobre él. Así que, ya puestos, aprovecho para saludar al funcionario del ministerio que esté leyendo esto. Hay muchas formas de ganarse la vida, qué duda cabe. Vuestro jefe llamó «carcundia» y «fascismo» a este periódico y ahora mis amigos del colegio hacen chistes con ello.
Y les digo más: el presunto problema de Puente con el machismo no tiene tanto que ver con sus 55 años sino con quién reparte aquí los carnés de feminista, que para más señas es su partido y la izquierda radical.
El anterior Gobierno de coalición levantó un ministerio superdotado en lo económico pero raquítico en lo intelectual, con un racimo de adolescentes tardías al frente. En poco tiempo los presuntos feministas mejoraron la situación procesal de miles de violadores y pederastas (Dani Alves se lo agradece), se gastaron más de 500 millones cada año y no fueron capaces de reducir el número de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas. Fueron, como muchos de los que rodean a Puente, feministas de «piquito», que se escandalizan con Luis Rubiales pero aplauden cuando alguien llama «tarada» a la presidenta de cierta comunidad autónoma. O yendo más lejos: son los mismos que arman una causa general por los cánticos de un colegio mayor (que ninguna chica denunció) pero se encogen de hombros con las menores tuteladas de Valencia o Baleares.
Machista, habría que decirle a Óscar Puente y a quienes reparten los carnés, no es negarse a desdoblar innecesariamente el idioma. Quizá tampoco lo sea comparar la amnistía con casarse de penalti, como llegó a hacer el propio ministro. Machista es lo que hizo el PSOE ayer mismo en el Congreso de los Diputados, que fue meter en la ley de paridad una «morcilla» que limita las competencias del Senado aprovechando que ahora está en manos del PP (porque los españoles así lo quisieron, dicho sea de paso).
Encadenar una norma en apariencia noble, como garantizar la presencia de mujeres en los órganos de decisión, con tus fobias personales es profundamente machista, además de antidemocrático. Y aprovecharte de una ley que pretende la igualdad para silenciar a la oposición que te ganó las elecciones, un tic de lo más autoritario.