Salvar al testigo Sánchez
Si su condición de presidente es inescindible de su persona, habrá que concluir que Barrabés estuvo en Moncloa haciendo negocios con el presidente del Gobierno
A estas alturas ya no sorprende a nadie que Sánchez sea pillado mintiendo. Mi colega Luis del Val le ha rebautizado como «Pedro I el Mentiroso» y el apodo no puede describir mejor su personalidad. Como carece de todo pudor, hasta miente al juez cuando le escribe para cambiar la forma de su declaración y pedir hacerla por escrito. Claro que hay personas que se creen sus propias mentiras. Es una patología bien conocida.
En su carta al juez Peinado se afirma que «esa declaración debe producirse conforme a lo establecido en el art. 412.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal que prevé que, por razón de mi cometido como presidente del Gobierno, mi declaración se deberá prestar por escrito». Y eso es falso, porque lo que dice la Ley de Enjuiciamiento Criminal en su artículo 412.2 es que el presidente del Gobierno «puede» declarar por escrito, pero no que «debe». El artículo dice que «2. Están exentos de concurrir al llamamiento del Juez, pero no de declarar, pudiendo informar por escrito sobre los hechos de que tengan conocimiento por razón de su cargo.» ¿De verdad cree el presidente del Gobierno que le va a meter ese gol al juez? Y en el punto 3 del artículo 412 se dice que «Si fuera conveniente recibir declaración a alguna de las personas a las que se refiere el apartado 2 anterior [entre ellos el presidente] sobre cuestiones de las que no haya tenido conocimiento por razón de su cargo, se tomará la misma en su domicilio o despacho oficial.»
No me negarán que Sánchez parece creerse sus propias mentiras. Y aquí se ha inventado que su «comparecencia resulta inescindible de la condición de presidente del Gobierno». Porque usted lo diga, presidente. Corresponde al juez decidir en calidad de qué le cita a usted. Y con este intento de salvar al testigo Sánchez de comparecer se puede estar metiendo en un jardín muy frondoso porque si su condición de presidente es inescindible de su persona, habrá que concluir que Barrabés estuvo en Moncloa haciendo negocios con el presidente del Gobierno.
Ahora Sánchez va a tener que hacer un paso de baile complicado para no declarar habiendo manifestado su deseo de hacerlo por escrito. Pero aunque cueste creerlo por ser contradictorio, Sánchez es perfectamente capaz de decir el martes al juez, cara a cara, que no va a declarar porque le asiste la ley para no hacerlo contra su mujer. Claro que yo no estoy de acuerdo con que una pregunta como «¿por qué se reunió usted con Carlos Barrabés en el palacio de la Moncloa?» sea necesariamente algo negativo para Begoña Gómez. Y si no responde a la pregunta, sería todavía más demostrativo de la intervención del presidente en los negocios de su mujer.
Lo que sí está claro es que tiene difícil sostener lo que le dijo Begoña Gómez el primer día al juez Peinado: que no sabe de qué se le acusa. Porque un presidente del Gobierno no puede no estar enterado de algo que conocemos todos los españoles. Se trata de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. Por vergüenza torera va siendo hora de que respete a la Justicia y responda a las preguntas de su señoría.