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07 de septiembre de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

La fábula anual del pleistocénico BNG

Muy poco conocen a los gallegos los santones nacionalistas del Bloque si piensan que les gustan Bildu, ERC y Junts y que aspiran a la independencia

Actualizada 13:30

En 1630, el Papa Urbano VIII proclamó al apóstol Santiago como patrón de España y durante siglos militares y conquistadores españoles se jugaron la vida en sus acometidas bélicas al grito de «Santiago y cierra, España» (y no son veleidades «fachosféricas», fue literalmente así, guste o no al actual régimen sanchista-separatista).

El 25 de julio de cada año los españoles celebramos el día de Santiago, festivo en media docena de regiones. Pero en Galicia, a donde llegan riadas de peregrinos de todo el planeta para venerar los restos del apóstol, el pleistocénico BNG, un partido comunista que ahora es además separatista, festeja en su lugar el «Día da Patria Galega». Se trata de un ejercicio mitológico anual que en nada se parece a la realidad de Galicia, a la que han cambiado hasta su nombre para llamarla «Galiza».

Con la habitual arrogancia del nacionalismo, el Bloque, que jamás ha ganado unas elecciones gallegas ni de lejos, se erige en portavoz y representante único del pueblo gallego, con un desprecio implícito a la mayoría absoluta que tozudamente, elección tras elección, le da la victoria a un centro-derecha que está por lo normal, lo lógico, lo inevitable y lo positivo; es decir, porque Galicia es España.

La gran liturgia del 25 de julio del Bloque consiste en una manifestación en la sobria plaza de la Quintana, en la trasera de la catedral. Pase lo que pase, dan la cifra de 20.000 asistentes, cuando allí caben como mucho 9.000 muy apretujados, pues si se resta el escenario ofrece unos 2.400 metros cuadrados. El mensaje repite siempre la misma monserga: la pobre Galicia está machacada en España -no hay nacionalismo sin llorada victimista- y una vez que se libere del yugo colonialista de Madrid, aquello será como Dinamarca, pero en mejor, y todos los gallegos viviremos felices como perdices en un amable paraíso colectivista.

Este año, además de las clásicas banderas gallegas con la estrella roja, se veían en Santiago enseñas palestinas, esteladas, ikurriñas y banderas gais. Entre los que sostenían las pancartas figuraban invitados especiales del separatismo vasco y catalán, como la corrupta condenada Laura Borrás, que marchaba bajo el lema «por la soberanía de los pueblos».

Me parece muy bien que el BNG organice todas las manifas que le dé la gana, es su especialidad y está en su derecho. Pero como gallego no me agrada que intenten tomarnos de coña. Absortos en su burbuja de arrogancia, desde la que nos expiden carnets de buenos y malos gallegos, se niegan a encarar algunas verdades. Veamos tres:

1.-A la inmensa mayoría de los gallegos les dan dentera Bildu, ERC, Junts y todo lo que representan. Y los del BNG hacen el pánfilo cuando pastelean en plan pariente pobre con el nacionalismo supremacista catalán y vasco, pues la prima económica a Cataluña y el cuponazo vasco van en realidad en detrimento de Galicia (y del resto de las regiones que forman parte de los parias del común, es decir, que no son catalanes o vascos).

2.-Una quimérica República gallega supondría ignorar la historia real de Galicia, que carece de sentido sin España; levantaría vallas emocionales y arancelarias contra nuestros vecinos y compatriotas de siempre y supondría un locuelo suicidio económico. Estimados ayatolás del Bloque, miren por un segundo los datos. Galicia tiene 2,7 millones de habitantes y está perdiendo población. La edad media es de 48 años, cuatro más que el promedio nacional, y las provincias de Lugo y Orense van camino de convertirse en desiertos verdes, donde la tasa de jubilados supera casi a la de afiliados. A Galicia le hace falta España como el comer, porque sola no iría ni a la puerta de la esquina.

3.-El deseo de independencia es residual en Galicia, hasta el extremo de que los grandes periódicos gallegos ni siquiera preguntan por el tema en sus encuestas. La mayoría de los votantes del BNG tampoco son separatistas, de hecho en los últimos comicios autonómicos recibió mucho voto prestado del PSOE. No conozco un solo chaval gallego al que sus padres hayan enviado a estudiar a Madrid que no esté encantado (y por desgracia para Galicia, casi ninguno tiene ganas de volver). Tampoco entiendo qué ventaja nos reportaría que Barcelona, Sevilla, Cádiz, Valencia… pasen a ser «o extranxeiro» para un gallego.

En resumen: dejen de dar la lata, de inventar una «Galiza» mítica que no existe y tengan un poco de respeto por quienes somos tan gallegos como ustedes y pensamos de otra manera (para más señas, mayoritaria y más cabal).

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