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19 de septiembre de 2024

Vidas ejemplaresLuis Ventoso

La belleza, la armonía y esa bazofia subvencionada

¿Qué hacen los ministros de Exteriores e Igualdad sufragando con nuestro dinero una revista gay-trans de arte cutre que además ofende a los católicos?

Actualizada 10:16

José Manuel Albares, nuestro siempre petulante ministro de Exteriores, madrileño de 52 años, es lo que parece: un burgués de lo más normal, que se aplicó, estudió en Deusto con los jesuitas, obtuvo dos títulos universitarios y luego entró en la carrera diplomática. La pura encarnación de lo convencional. Un señor heterosexual, que viste ternos oscuros, va encorbatado y gasta unas gafillas tipo burócrata soviet de comienzos del siglo XX. Es padre de cuatro hijos, está divorciado y ahora tiene como novia a una ejecutiva de origen libanés (para más señas una mujer heterosexual, me temo).

Ana Redondo, la ministra de Igualdad, es una pucelana de 58 años, que tampoco presenta ninguna curiosidad, ni personal ni biográfica. Está casada, es madre de dos hijos y es doctora en Derecho Constitucional. A José Manuel y Ana los une su vinculación con el PSOE. Él medró a la sombra directa de Sánchez. Ella, en la política local de Valladolid, con Puente.

Y ahora viene la pregunta del millón: ¿Qué extraña avería del alma ha llevado a esos dos ministros a costear con el dinero de todos nosotros una mierda de revista –y disculpen, pero es lo que es– llamada @XES, donde se difunde la homosexualidad trans como modo de promoción de España en el extranjero y se ofende con imágenes blasfemas y cutres a millones de católicos españoles, que suponemos más de la mitad de la población del país? La publicación incluye incluso un dibujo de querubines, niños, en posturas sensuales (señor Albares, ¿le parece bien promocionar la pederastia?, ¿iba de eso el famoso «progresismo»?).

¿Qué lixiviado ideológico ha llevado a esos dos ministros a apoyar semejante apología de lo soez y antinatural en nombre lo que llaman «disidencia sexual»? ¿Por qué el Gobierno de España, que trata con escrupuloso mimo a confesiones como la mahometana, sufraga una publicación con imágenes sórdidas de Jesucristo, la Virgen y la Semana Santa, y lo presenta además como «una herramienta de trabajo para nuestra representación en el exterior»?

¿Por qué tenemos los católicos que costear con nuestros impuestos que nos insulten en nombre de la ideología homosexual-transexual? ¿Por qué nuestro Gobierno elige como bandera para proyectar a España en el Exterior un recital de arte-basura bajo logo queer? ¿Qué carajo pinta la Agencia Española de Cooperación Exterior pagando esta porquería y por qué han presentado semejante pestiño dos secretarios de Estado?

Albares y Redondo deberían estar anunciando hoy mismo la retirada de la publicación, por su mal gusto y por ser ofensiva para los católicos y la infancia. No lo harán, porque la ideología del actual Gobierno va precisamente por ahí. Se trata de condenar la belleza, la armonía y la realidad de la naturaleza para alzaprimar lo antinatural, lo sórdido y lo minoritario, expuesto además con una fealdad que está en las antípodas del arte, por su vulgaridad y su nulo mérito técnico.

Me han encantado unas declaraciones del excelente músico y poeta Nick Cave, que tras perder a dos de sus hijos ha vuelto su mirada a Dios y ha preferido reconocer lo bueno del mundo en lugar de dejarse vencer por la inmensa pena que arrastra. Dice el artista australiano afincando en Inglaterra: «El mundo parece desmoralizado. ¿Para qué casarse? ¿Para qué tener hijos? Será que me hago viejo, pero me preocupa esta amargura existencial. Los seres humanos tenemos una enorme valía y potencial, pero ya nunca escucho decir eso. El mundo es hermoso, basta con abrir los ojos. Hay cosas horribles, pero creo firmemente que el mundo tiende hacia la belleza y la bondad». Cave se define a las claras como «conservador», con el sencillo argumento de que teme la destrucción de lo que es valioso. Recomienda mirar a Dios y reivindica el «gran arte», aquel que «todavía nos ofrece la oportunidad de experimentar lo sagrado, lo misterioso y lo reverencial». Nada que ver con el festival de (seudo) arte feísta, con el travestismo soez, que apoyan Albares y Redondo.

Existe la belleza. Existen el gran arte y la alta cultura. Existe el hermoso amor de las parejas de mujeres y hombres. Existe el valor de las familias tradicionales (y lo enfatizo, las tradicionales, sí: las de un padre y una madre, que son las mejores para el desarrollo de los hijos en todos los aspectos, según repiten tozudamente los estudios, a pesar de la monserga regresista). Y existe Jesucristo, Dios, que predicó el perdón para todos. Incluso para los burócratas ministeriales que cegados por un ideología impregnada de rencor, derrotismo y fealdad abrazan lo grotesco y lo antinatural para condenar todo lo mejor que tenemos (insultándonos de paso sirviéndose de nuestro propio dinero).

Pero vendrán días de más luz.

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