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18 de septiembre de 2024

Ojo avizorJuan Van-Halen

Apuestan con tu dinero

Actualizada 01:30

No seré yo quien critique a David Broncano o le ponga pegas a su actual trabajo. Es un profesional que se gana la vida, y con éxito, con el único veredicto válido: el público. No nació ayer ni es un pipiolo en televisión. Con su nuevo espacio «La Revuelta» las aguas se han desbordado en los medios y en las redes. Sus seguidores y su cuota de pantalla aumentan. Y eso es bueno para la anquilosada televisión pública que tan bien conocí.

Desde que se anunció la llegada de Broncano a RTVE se repitió que su objetivo era desplazar a «El Hormiguero» de Motos. Detrás del fervor de unos y de otros, con indudables tintes politizados, ocurre lo que en toda rivalidad popular. La movilización de los forofos y la curiosidad general. No es nuevo. En dos espectáculos tan diferentes como el boxeo y los toros son célebres las rivalidades. Entre Muhammad Alí y Joe Frazier en el boxeo, y entre Joselito y Belmonte en los toros.

Los buenos aficionados no olvidan el combate en Manila, el 1 de octubre de 1975, considerado como el mejor de la historia del boxeo. Se dirimía el Campeonato Mundial de los Pesos Pesados. Lo ganó Muhammad Alí y Frazier quedó muy maltrecho. Los asistentes llegaron a insultarse y casi a las manos. Joselito y Belmonte fueron grandes rivales desde que eran novilleros. Fue histórica la corrida del 2 de mayo de 1914 en la antigua plaza madrileña de Fuente del Berro. Coincidieron en casi un centenar de corridas. Gallistas y belmontistas se enfrentaban y a veces tenía que intervenir la Policía. Joselito murió destripado por «Bailaor» en 1920, en Talavera, y Belmonte se pegó un tiro en su finca de Utrera en 1962. Obviamente, la rivalidad entre Broncano y Motos es más pacífica que la boxística y la taurina.

Escribí el pasado 13 de abril: «Ni me va ni me viene que RTVE fiche a David Broncano». Y sigo pensándolo, pero en ese fichaje, más allá del cómico y de su lógico interés por el éxito, también en lo económico, se han dado algunas circunstancias que, como contribuyentes, debemos considerar. Los dimes y diretes antes del fichaje de Broncano se llevaron por delante a José Pablo López, director de contenidos de la televisión pública, y a Elena Sánchez, la gran jefa, por decisión del Consejo de Administración a iniciativa de Roberto Lakidain, consejero propuesto por Podemos. Fue sustituida como presidente interina de RTVE por Concepción Cascajosa, militante de PSOE, circunstancia que nunca ocultó.

Debemos valorar no las aptitudes de Broncano ni el contenido de «La Revuelta», que tiempo habrá, sino la singularidad de su contratación, que no tiene precedentes en RTVE, en sus cuantías y en algunas de sus cláusulas. Se habló de un montante de 42 millones de euros más IVA por tres temporadas, y luego se supo que son 28 millones por dos temporadas, con la garantía de dos años y en el primero sin valorar los datos de audiencia y manteniendo el prime time. Además, el show se debe a una productora privada uno de cuyos propietarios es accionista de Prisa y se asegura que asesor mediático de Sánchez. Por eso, tanto como por la singularidad del contrato, la polémica surgida no está exenta de tintes políticos.

En su día RTVE prescindió de la publicidad para no competir con los medios privados, y ahora cae en una evidente contradicción. El nuevo programa se destinó, desde que se empezó a hablar de él, a competir y, si lo conseguía, desterrar a «El Hormiguero» de Motos, que lleva muchos años en pantalla; en «Cuatro» en 2006 y en «Antena 3» desde 2011. Su mayor audiencia le llegó en 2017 con la invitada Isabel Pantoja y una cuota de pantalla del 23,8%. Entre los políticos, Santiago Abascal, con un 23,5 %, Isabel Díaz Ayuso, con un 23,2, José Luis Martínez Almeida, con un 22,0 % y Pablo Iglesias, con un 21,7 % se llevan la palma, según los datos asequibles; habrá cifras posteriores con otros invitados políticos, pero no son públicas. Por «El Hormiguero» pasaron también Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, pero no he encontrado sus cuotas de pantalla. Lo de las audiencias y los espectadores es bastante caprichoso. No deberían confiarse ni Motos ni Broncano.

Lo impresentable es emplear dinero público que, pese a la vieja opinión de Carmen Calvo, no es del Gobierno, sino de todos, sean cuales sean los montantes en euros, y si son desmesurados más aún, para sufragar un espacio en la televisión pública en competencia con otro en la privada. Apuestan con tu dinero. Ya nos ha anunciado Sánchez que nos freirá con más impuestos. Y su referencia al Lamborghini, aparte de impropia, fue insultante cuando los contribuyentes medios se aprietan el cinturón. ¿A quién irán las mordidas de esos 28 millones? Es la gran pregunta. Desde luego, a Broncano no. La desconfianza nace de que últimamente hemos leído demasiado la palabra fundraising. O sea, captación de fondos. Valga el término inglés. ¿Se abre otra vía de negocio como lo fueron las mascarillas?

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