Esperanza entre tanta bajeza moral y miseria política
Algunas responsabilidades tienen también cuantos paralizaron y no ejecutaron las obras hidráulicas previstas desde la etapa de Zapatero que habrían evitado la devastación de los municipios ahora convertidos en zona de posguerra
Mientras escribo estas líneas, unos jóvenes veinteañeros madrileños entran en Algemesí tras iniciar de madrugada su viaje en Madrid, en un convoy cargado de comida para bebés, alimentos para diabéticos y sin gluten, productos de higiene íntima para mujeres y de limpieza del hogar, palas, cubos, agua embotellada, botas de agua, mascarillas etc.
Ellos, @el20_es, como tantos otros miles de jóvenes valencianos y de todas partes de España, decididamente solidarios y comprometidos con las víctimas de la DANA, son parte de los voluntarios que simbolizan la esperanza frente a la devastación y el horror. Alejandro y sus amigos han trabajado en la parroquia y en las puertas de tiendas y supermercados durante toda la semana para reunir esos productos que necesitan los damnificados de esta enorme tragedia. Shakespeare dejó escrito que el desdichado no tiene otra medicina que la esperanza y esa medicina de la esperanza es la que representan en Valencia los voluntarios, mayores y jóvenes, sensibilizados con la desgracia ajena e implicados en la ayuda que necesitan tantas y tantas víctimas.
Mientras todos, vecinos, voluntarios, Ejército, Cuerpos Policiales y de Protección Civil, luchan día a día, embarrados hasta las cejas, contra la adversidad con el único objetivo de intentar recuperar una mínima parte de la normalidad que las aguas enfurecidas les arrebataron un martes fatídico de octubre, el Gobierno de Sánchez y sus medios de propaganda con Tele Inchaurrondo-Fortes a la cabeza, se dedican a construir un relato de culpa contra la Generalidad y su presidente por no reaccionar y alertar antes a la población.
Las terminales mediáticas del 'sanchismo' han dictado sentencia condenatoria contra Mazón mientras exculpan al presidente de Gobierno que ha eludido su responsabilidad en el liderazgo de la crisis y se ha negado a declarar una emergencia nacional ante la mayor catástrofe natural sufrida por España en este siglo. Medida que habría supuesto liberar desde el minuto uno todo tipo de ayudas del Estado para los damnificados y no condicionarla a demanda, «si quieren ayuda, que la pidan», frase que le perseguirá hasta el fin de sus días políticos, como si Valencia fuera Ruanda.
En esta hora amarga de la inconmensurable desgracia que sufren decenas de miles de valencianos que han perdido a sus seres queridos además de casas, haciendas, negocios, coches, etc., atrapados en calles infectas de lodo y basura, la principal preocupación del PSOE ha consistido en lanzar campañas en las redes sociales, pagadas con dinero público, culpando únicamente a Mazón del desastre, mientras Marlaska busca ultraderechistas con una unidad de élite de la Guardia Civil, que por supuesto no ha encontrado, para justificar la huida cobarde de Sánchez de Paiporta con el pretexto de que allí había violentos ultras organizados y no únicamente vecinos y voluntarios indignados.
En las últimas horas, hemos asistido a una ofensiva mediática de la 'Brunete sanchista' contra Mazón y su consejera de Justicia e Interior, con manipulación y ocultación de datos incluidos, sobre las horas decisivas del martes negro de la devastación con el único fin de responsabilizarles solo a ellos de los muertos y exculpar a Sánchez, a su delegada en Valencia, a Marlaska y a la desaparecida vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera, competente en la gestión de los cauces desbordados y máxima responsable de la CHJ (Confederación Hidrográfica del Júcar).
Al parecer, según esos medios, mientras Mazón y su consejera lo ignoraban, todos estos conocían que se mascaba la tragedia, pero a nadie se le ocurrió dar la voz de alarma a la población residenciando ese menester en la indolente Generalidad. Es como el jefe de la UME diciendo que sus soldados estaban preparados para intervenir en las poblaciones afectadas, pero no podían hacerlo sin la autorización de Mazón. Si alguien se está ahogando, lo lógico es intentar salvarlo y no pedir antes la venia del propietario de la piscina para lanzarse al agua. Todo demasiado kafkiano e incompatible con el sentido común y el orden de las prioridades.
Tiempo habrá de exigir explicaciones y depurar responsabilidades políticas a los dos gobiernos, y no solo al autonómico valenciano, por los errores cometidos en esta calamidad agravada, sin duda, no tanto por las presuntas negligencias de unos y otros, superados por la magnitud del tsunami como por la burocracia de los protocolos y la descoordinación evidente entre los organismos estatales y autonómicos en las horas decisivas de la riada.
Y, asimismo, algunas responsabilidades tienen también cuantos paralizaron y no ejecutaron las obras hidráulicas previstas desde la etapa de Zapatero que habrían evitado la devastación de los municipios ahora convertidos en zona de posguerra. Habrá que preguntarle a Chimo Puig por qué entre proteger la huerta por ley y las vidas y casas de los valencianos, optó por la huerta y no hizo las infraestructuras que habrían paliado las graves consecuencias de la DANA y ahorrado muchas muertes.
Un libro editado en 1795 titulado «Observaciones Sobre la Historia Natural , Geografía, Agricultura, Población y Frutos del Reyno de Valencia», del científico ilustrado valenciano, Antonio José Cavanilles, oportunamente recordado estos días, cuenta como el Barranco del Poyo que recorre las poblaciones ahora devastadas por esta DANA y que desagua en la Albufera «tiene un profundo y ancho cauce que siempre está seco salvo en las avenidas quando recibe tantas aguas y corre tan furiosamente, que destruye quanto encuentra. En 1775 causó muchísimas desgracias en Chiva sorprehendiendo a media noche a sus vecinos; asoló un número considerable de edificios, esparciendo por más de dos leguas los tristes despojos y los cadáveres de los pobres que no pudieron evitar la muerte». ¿Les suena verdad? La historia se repite cuando se ignora y nada se hace para impedirlo.
Ahora toca centrarse en la recuperación y reconstrucción de lo destruido por el agua y aplaudir el trabajo solidario de los miles de voluntarios que junto a los vecinos y los servidores públicos batallan contra el barro. Lo demás es bajeza moral y miseria por parte de quienes pretenden sacar rédito político de una tragedia humanitaria o han visto una oportunidad con la catástrofe para exigir la aprobación de sus Presupuestos con el fin de garantizarse su continuidad en la Moncloa hasta 2027. Nada sorprendente en alguien como Sánchez, que se conduce por la vida política ayuno de escrúpulos y obsesionado por seguir en el poder.