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TribunaAlfredo Liñán

Medialiebre

«Siempre será menos oneroso invertir en presas que indemnizar riadas» decía hace unos días Mr. Ánsar. Pero Teresita la ecológica veía en la adecuación y drenaje del barranco del Poyo «problemas ambientales» y ¡agua va! La culpa, por supuesto del otro, sea quien fuere

Actualizada 01:30

Los andaluces de Jaén –algunos, incluso, aceituneros altivos– cuando se refieren a una persona que aparenta más de lo que es, pero de la que no te puedes fiar a la hora de la verdad, la conocen como 'medialiebre'. «Ese es un 'medialiebre'». Y no hay más que explicar.

El problema es cuando se juntan varios/as «mediasliebres» y espoleados por los maricomplejines de la izquierda, que también los hay, y creían ver en ellos aquello que hubieran deseado ser y no fueron en su juventud imaginaria de Grises y correrías, se crecen y acuerdan nada menos que conquistar el cielo por asalto. Y así sucedió allá por el año 11, cuando el llamado 'Movimiento 15M' tomó la Puerta de Sol con la aquiescencia de mi tocayo Alfredo Pérez Rubalcaba, entonces ministro del Interior y hoy en avanzado –y justificado, visto lo visto– proceso de beatificación. Por allí anduve curioseando más de un día y quedé espantado de las solemnes majaderías que vomitaban en sus «asambleas» a la vera del oso y el madroño aquel atajo de lebratos, que, andando el tiempo, ya ascendidos a mediasliebres y gracias a la traicionera condición de Pedrosánchezperezcastejón, se encaramaron al gobierno de este desgraciado país. Del medialiebre principal no se recuerda que hiciera absolutamente nada desde su cacareada vicepresidencia segunda. No así su señora y ministra de «solas y borrachas» que con su brillante ley del «sí es sí» redimió a los cautivos violadores, machirulos y demás maltratadores abriendo sus jaulas para que volvieran a picotear en libertad, de lo que, según nos cuenta en su reciente libro titulado: «Algo habremos hecho», se sigue sintiendo contumazmente orgullosa, culpando a la judicatura, a toda, así en bloque, del desaguisado brillantemente conseguido por su ignorancia culpable. Y no digamos el indubitadamente lepórido trinca-becas Iñigo Errejón, alebrado en el regazo de la desatinada amparadora Yolanda la ferrolana, al que la calentura acabó dejándolo en mitad de la calle y con el culo al aire.

Pero todo eso es, más o menos, historia; algo para contar entre risas cuando pase el tiempo suficiente y lo apreciemos tamquam visio multitudine a longe que decía el escolástico Cayetano. El tiempo y la distancia desnuda las tropelías hasta convertirlas en chiste. El problema es que la tontuna se convierta en pandemia por contagio boca a boca y aún tengamos que sufrir el rastro de la infección enroscada en las más altas magistraturas del gobierno, hasta tener que soportar como el marido de la directora de cátedra huera, y doctor cum cara y sin laude, en funciones de escapista, intenta aprovechar la mayor tragedia natural del siglo para encaramarse en los muertos e intentar «sacar tajada» política de entre los lodos asesinos que jamás hubieran existido si ese zascandil llamado Rodríguez Zapatero no hubiera derogado, con el desahogo y la insolvencia acostumbrada, el Plan Hidrológico Nacional –promovido en la presidencia de Aznar– por temor a incomodar a quienes preferían confundir las aguas sobrantes del Ebro en el mar, antes que prestárselo a otras regiones para dar de beber a sus tierras resecas. «Siempre será menos oneroso invertir en presas que indemnizar riadas» decía hace unos días Mr. Ánsar. Pero Teresita la ecológica veía en la adecuación y drenaje del barranco del Poyo «problemas ambientales» y ¡agua va! La culpa, por supuesto del otro, sea quien fuere.

¡Ay sabios andaluces de Jaén! Decidme en el alma quién, quién nos hizo mediasliebres. Mi reino por un buen galgo.

  • Alfredo Liñán Corrochano es licenciado en Derecho
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