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Post-itJorge Sanz Casillas

Lo de Errejón nos viene de lujo

Si sale absuelto quedará probado que las denuncias instrumentales existen. Si por contra le condenan, confirmaremos que no hay cosa más peligrosa que un «aliado feminista»

Actualizada 01:30

Nunca he estado en un juicio y quizá por eso me sorprendieron las grabaciones del caso Errejón. No tanto por el contenido –qué desagradable ver a un cargo electo hablando de penes, pechos y magreos–, sino por la manera de preguntar del juez. No sé si es la manera de proceder habitual en estos foros, pero hubo ratos en los que le faltó gritar «¿¡Ordenó usted el código rojo!?». Sea como sea, creo que el caso Errejón nos viene bien como sociedad. Será ejemplarizante, y un win-win para todos aquellos que, al contrario que Bolaños, creemos en la Justicia independientemente del resultado.

Si Errejón sale absuelto comprobaremos en prime time que las denuncias falsas, instrumentales o sin fundamento (llámalas como quieras) existen, y que el «Hermana yo sí te creo» es una perversión que invierte la carga de la prueba, que es uno de los pilares sobre los que se sostiene cualquier democracia más o menos respirable. Cualquiera está en su derecho de denunciar aquello que haya vulnerado sus derechos, faltaría más, y con todas las garantías procesales. Pero lo que no puede ser es que una chica se vaya al juzgado, cuatro años después, a insinuar que a lo mejor le echaron algo en la copa sin mayor prueba que el recuerdo viciado de una borrachera pandémica. Una cosa es que no denuncies en el momento una agresión sexual porque no has sabido calibrar su gravedad, esas cosas pasan, ¿pero una sumisión química? ¿Cómo pretendes que comprueben lo que te corría por las venas en septiembre de 2021?

Si por el contrario, aunque sea menos probable, Errejón termina condenado pues saldremos del pleito confirmando algo que ya sabíamos: que los aliades feministas son una de las mayores estafas de nuestra generación y que los tiempos de hoy, en algunas materias, son peores que los de ayer. A finales del siglo pasado si alguien quería ligar se dejaba el pelito largo, se hacía de izquierdas o aprendía a tocar la guitarra, pero no se fingía consternado el 8-M para esconder así al depredador que llevaba dentro.

Al final, todas estas actitudes, todo este bochorno, lo predijo Pascal cuando dijo aquello de que «la infelicidad del hombre se basa en una sola cosa: su incapacidad para quedarse quieto en su habitación». Si el fundador de Podemos supiera quedarse quieto en una habitación (con o sin luz, con o sin chica) se habría ahorrado el sonrojo.

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