La diferencia entre Pedro y Musk
Acusan al empresario de ser un peligro para la democracia. Incluso de ser una injerencia extranjera, olvidando que España fue víctima de la injerencia más bestia de la historia de Europa: los atentados del 11-M
Anda la izquierda de este país preocupadísima por la democracia en Estados Unidos, aunque no tanto por la española. Se les reconoce fácil: son los mismos que no torcieron el gesto hace solo dos semanas con la investidura de Nicolás Maduro. Y les preocupa especialmente Elon Musk, sobre todo a raíz de un gesto que hizo durante la inauguración del mandato. Un gesto que ya fue explicado e incluso aceptado por el propio PSOE.
Le acusan al empresario de usar su red social como un cañón contra sus adversarios ideológicos. Y le acusan de ser una injerencia extranjera por el uso que hace en ella de su libertad de expresión. Ya verán: con el concepto «injerencia extranjera» acabará pasando como con el término «facha», que se va a devaluar de tanto usarlo. Porque ¿saben cuál ha sido la injerencia extranjera más bestia de la historia de Europa? Los atentados del 11-M. Eso sí que fue una injerencia, que decantó unas elecciones y torció sin remedio el rumbo de un país. Cabe recordar que en 2004 éramos la octava potencia mundial y que ahora no estamos ni entre las quince mejores. O que la tasa de paro estaba por debajo del 10 % y que el esfuerzo para comprar una casa era sensiblemente inferior, según datos del Banco de España.
De acuerdo con la encuesta que publicamos hoy, más de la mitad de los españoles, casi el 60 %, considera que Pedro Sánchez está erosionando la democracia española. Y no les falta razón: basta con tener memoria. Al poco de llegar colocó a su ministra de Justicia (la que llamaba «maricón» a Marlaska) como Fiscal General del Estado. Más tarde indultó a los delincuentes del procés. Al rato derogó el delito que cometieron y rebajó las penas por malversación. Después colocó a otro ministro de Justicia y a un alto cargo de Presidencia en el Constitucional, como avanzadilla para cuando llegase la amnistía que le ha permitido salir reelegido pese a perder las elecciones. Tras aliviar los problemas legales del separatismo, ahora se está volcando en solventar los de su familia. Y por eso arremete contra los jueces y está cocinando la ley Begoña (que espera aplicar sobre investigaciones ya en curso) y la reforma del poder judicial, que no es otra cosa que subirse a la doctrina de la «justicia popular». ¿Qué es esto? Pues permitir que alguien llegue a juez sin opositar, porque la izquierda considera que una persona que puede estar cuatro o cinco años estudiando es hijo de familia pudiente y, por tanto, de derechas, a pesar de que un informe del CGPJ asegura que el porcentaje de jueces cuyos dos padres carecen de estudios superiores alcanza más del 34 % (uno de cada tres, vaya). Hecho que se suma a que siete de cada diez jueces viene de familias sin un vínculo anterior con profesiones jurídicas.
Por tanto, no es llamativo el resultado de la encuesta de hoy, a la vista de los antecedentes. Sí es más sorprendente el tembleque de ciertos tertulianos con Elon Musk. Mira: yo veo al empresario capaz de llevar hombres a Marte en diez o doce años, pero erosionar tanto la democracia de su país en apenas seis creo que le viene grande, y que es una tarea reservada solo para los elegidos como Pedro.