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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Mediador salvadoreño

Sánchez se preocupa por la unidad de Ucrania mientras negocia en Suiza la partición de España: no se puede tener más desfachatez

Actualizada 01:30

Un mediador salvadoreño se ha ido al extranjero a decirle a los españoles cómo tienen que aceptar su humillación, objeto de una negociación entre un partido sin escrúpulos, el PSOE, y un prófugo sin límites, Puigdemont.

Con el segundo es imposible coincidir en algo que no sea su gusto por los calçot, un puerro con ínfulas como todo el separatismo que, sin embargo, está muy rico, especialmente si combina con algún corte generoso de ternera de Guadarrama que no baje del kilo: todo lo demás es carpaccio.

Pero al menos en Puigdemont siempre hay coherencia: no cree en España, le gustaría abandonarla, no duda en robarla y no esconde que apoya a Pedro Sánchez porque se deja extorsionar en un negocio mafioso: tú me vendes unos diputados, querido Carles, y yo te vendo España.

Es una variante del sexo consentido y comercial, sin amor, impropio de alguien que, como Pedro Sánchez, quiere prohibir la prostitución que hizo prosperar a su familia política y luego la practica como nadie, en otra variante del cinismo endémico de la izquierda en asuntos morales: unos acosan a sus subordinadas o conocidas, como Íñigo Empujón o Juan Carlos Baboseo, y otros alquilan su trasero al mejor postor parlamentario, como el líder socialista.

A esto hemos llegado. A que un tripero salvadoreño, probablemente perseguido por Bukele, facture por hacer de árbitro comprado en el partido donde dos chantajistas mercadean con España en un paraíso fiscal de la decencia, escondiéndose de las instituciones, de los ciudadanos, de la ley y de los focos: nada presentable se intercambia a oscuras, así que cabe siempre temerse lo peor, con la seguridad de que será aún peor que las más negras previsiones: hoy de doy la amnistía y el cupo catalán, mañana la gestión de las fronteras y pasado puedes utilizar toda la Constitución como papel higiénico, que aquí está Pedro para meterlo todo en la «mayoría social».

Sánchez anda promocionándose como no sé qué de la Internacional no sé cuántos, un chiringuito que ya veremos quién financia, y se preocupa mucho por la partición de Ucrania, mientras acepta la de España con un salvadoreño en Ginebra con el apellido del pelota encarnado por López Vázquez en «Atraco a las tres»: un admirador, un esclavo y un siervo, pero nada barato. Hay que tener el hocico de un oso hormiguero con elefantiasis.

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