Cartas al director
Devuelvan el derecho a decidir a los ciudadanos
La consulta del PSOE a sus militantes, sobre si les parece bien que Sánchez haga de su capa un sayo, ha tenido la virtud de destapar que los diputados no representan adecuadamente ni a sus militantes. Identificar número de diputados con mayoría social, mediando mentiras o cambios de opinión postelectorales, es una farsa. Si los 121 diputados del PSOE representaran adecuadamente la opinión de sus militantes, la votación sí/no/nulo en la investidura debería ser 106/14/1. Pero, claro, los nombres en las papeletas de las generales los decidió, para toda España, Pedro Sánchez y es más probable que sea 121/0/0. Eso es secuestrar la democracia y manipular el Estado de las autonomías.
A decir verdad, cada una de las acciones de este Gobierno tiene el propósito de confundir Estado con Gobierno y Gobierno con Sánchez. Hace unos años vimos a Sánchez asignar a su Gobierno la propiedad de la Fiscalía del Estado y vemos hoy cómo compra votos para su persona en un mercadeo político repugnante cuya inflación ha provocado él mismo. Miles y miles de millones circulan en esas compraventas vergonzosas mientras la deuda pública continúa batiendo todos los registros históricos.
Si Sánchez comprase esos votos con su patrimonio, su acción sería sobornar, es decir «corromper a alguien con dádivas para conseguir de él algo» (RAE). Los bienes del Estado son de los ciudadanos, no del Gobierno, que es responsable de su custodia y no pueden utilizarse para comprar votos en favor de ningún candidato a investidura. Pero como Sánchez identifica el Estado con su persona, cree que sí. Para este tipo de posible corrupción tenemos otras palabras como desfalcar, que es «tomar para sí un caudal que se tenía bajo obligación de custodia» o malversar, que es «apropiarse o destinar los caudales públicos a un uso ajeno a su función». ¿Son estos conceptos apropiados? No sé, pero el resiliente doctor Sánchez, que no da puntada sin hilo, ya se adelantó, con ocasión del indulto de independentistas, a desviar en la ley los conceptos de corrupción política en dirección contraria a la que pretende Europa. ¿Casualidad o precaución? No tengo conmigo más que el sentido común que te regalan los años, pero, ya que mis posibilidades de opinar acabaron el 23-J, tendré que ir a manifestarme el próximo domingo.