El agua no cae del cielo

El agua no cae del cielo, bonito y trágico lema que figuraba en el atril en el que presentó el Sr. Aragonés el plan de sequía para Cataluña. A buenas horas el muy honorable de turno, Pere Aragonès se llama este, se anima a poner los pies en la tierra, y en el agua. Ahí lo tienen, caminando como ternero rumbo al matadero, a punto de anunciar solemnemente que queda declarada la emergencia por sequía para seis millones de personas. Por vez primera en años no se van a hacer distinciones entre los catalanes de primera, los de lazo amarillo y cabeza alta, y los catalanes de segunda, los malos catalanes, los cómplices del Estado opresor, y demás zarandajas. Traducido: las restricciones serán para todos. España se seca y Cataluña está en la vanguardia... de la sequía. Pujol, Mas, Puigdemont, Torra, Aragonès. Alimentaron tanta sed de mal que hasta el agua les resbaló y no se dieron cuenta que el problema era transparente. Llega ahora la gota que colma el vaso. Llevan tantos años en la ciencia ficción de la independencia que luego pasa que se estampan contra la seca y deshidratada realidad. Como en el resto de España, casi, porque en Andalucía estamos casi igual y veremos lo que nos depara el verano. Una lástima para los catalanes porque estaban muy contentos desde que el Sr. Sánchez les animó anteayer a seguir destrozando contenedores, vehículos, tirando piedras para romper escaparates y además robar el contenido, el independentismo no es terrorismo, lo ha dicho el jefe.