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Cartas al director

¿Feliz Navidad?

Calles engalanadas. Tiendas abarrotadas. Mercadillos atrayendo a riadas de gentes entusiasmadas. Una competición parece desatada, rivalizando por exhibir el mayor brillo y esplendor.

En los que pasan, asoman y desaparecen alternativamente afectos dispares, cual reflejo de las luces parpadeantes.

Muchos, espoleados por tantos reclamos, deambulan aturdidos y agitados. Deslumbrados, sólo alcanzan a ver de los festejos sus destellos, sin reparar en razones y significados.

Otros, detestan la fiesta navideña. Curiosamente, no les ocurre con otras como con ella. Quizás, para amortiguar tamaño desagrado e inconveniencia, haya desaparecido del alumbrado cualquier imagen que recuerde su procedencia. Ni suenen villancicos ya para no darles la matraca.

Tampoco faltan cristianos que no terminan de creer, consolidando así su atrofia para comprender por qué quiso Dios nacer. Se confunden en el ambiente reinante, pretendiéndose modernos. Comulgan con la rueda de molino de adaptarse a tiempos nuevos. Caen ante los diseñadores de sentimientos y compran de oportunidad su mercancía de «lo que se lleva». Y ya ni siquiera felicitan La Navidad, sino «las Fiestas», o «las Vacaciones», no sea que les miren raro por su deseo anticuado. Inconscientes, proclaman con su hacer que la Gran Noticia anunciada está pasada, y no prevalece eterna ofreciéndonos cada día una vida renovada.

Lo sepan o no, para ellos y para todos, lo mejor que nos ha ocurrido es que el Hijo de Dios ha nacido. No hay mayor motivo para sentirse alegre y agradecido, y celebrar que nos haya querido venir a salvar. Si le quieres encontrar, acude diligente con tu mano tendida para arropar al Niño, que en el hermano llorando está.

Los pequeños, que muestran una sensibilidad especial para acoger y contemplar con asombro el Misterio de un Dios hecho, como ellos, niño, nos aleccionan sobre aquella sorprendente advertencia de Jesús: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos» (Mt- 18, 1-3). He aquí el quid.

Abre la puerta al Niño. Hará tu vida Navidad.

Francisco Javier Lage

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