Cartas al director
Monumentos póstumos
«A Suárez le van a levantar monumentos póstumos con las piedras que sobraron de su lapidación inmisericorde, fóbica». No se puede expresar mejor que lo hizo el periodista Ignacio Camacho, en un artículo, la trayectoria vital del primer presidente de la democracia española. A Suárez, salvo los últimos diez o doce años de su vida, no se le reconoció como realmente se merecía. Durante su etapa política sufrió un injusto acoso, que incluso rozó y llegó al maltrato psicológico y al insulto personal por parte de la izquierda y la derecha, de los «hunos y los hotros», dicho con palabras de Unamuno.
Hace unos años que esas piedras se han convertido en constantes flores; pero Adolfo Suárez, uno de los mejores políticos españoles de todos los tiempos, hubiera necesitado en los últimos años de su «vida consciente» más agradecimiento y calor humano, sobre todo cuando también se vio zarandeado por las desgracias familiares. En estos tiempos tan confusos, en que peligra incluso la unidad de España, echamos en falta a un gran estadista como él, que supo unir a españoles tan distintos y distantes. Adolfo Suárez, un gran español, que quizás nunca pudo imaginar el gran deterioro actual del proyecto democrático que él tan generosamente puso en marcha