Sánchez, con ETA
La última cesión del PSOE pisotea a las víctimas, humilla a España y antepone a Txapote sobre Miguel Ángel Blanco
El deseo del Gobierno de liberar o acortar las condenas de casi medio centenar de terroristas es, tal vez, el peaje más repugnante de cuantos Pedro Sánchez paga para comprarse la Presidencia, pues así es como hay que calificar el obsceno cambalache asumido para lograr su investidura.
Tras poner en jaque la Constitución, deteriorar la separación de poderes, degradar el Código Penal, romper el consenso nacional por la reconciliación y apostar por el enfrentamiento civil, ahora consagra la impunidad de ETA con una trampa destinada, en exclusiva, a pagar el «impuesto revolucionario» girado por Arnaldo Otegi, que de no ser atendido hubiera frustrado su llegada a La Moncloa.
Todos esos salvajes, autores de algunos de los crímenes más abyectos de la historia reciente de España, están a punto de beneficiarse de una reducción de condenas conjuntas de hasta 380 años, gracias a esa trampa ideada por el PSOE y Sumar para atender las exigencias de Bildu.
Perder demasiado tiempo en criticar el formidable error del PP y de VOX por apoyar sin querer esa reforma, por el que se han disculpado y prometido intentar revertirlo, no debe desviar la atención de lo sustantivo del asunto.
Que es la rendición de Sánchez ante ETA, la traición de la memoria de sus víctimas, el blanqueamiento de sus socios políticos y la entrega de la gobernación de España a quienes siguen sin renegar ni condenar el terrorismo.
Porque esta insoportable sumisión no sólo ofende los sentimientos más profundos de la sociedad española, sino que además simboliza la terrible alianza estable que el PSOE ha trabado con Bildu para intercambiar la supervivencia de Sánchez con el cumplimiento de todos los objetivos que tuvo ETA y nunca pudo lograr.
La cadena de cesiones y cambalaches incluye la coautoría de las leyes de Memoria Democrática y de Seguridad Ciudadana, la progresiva inmersión abertzale de Navarra, la tolerancia a los actos de exaltación de terroristas y, ahora, su liberación, iniciada con los traslados irregulares a cárceles vascas y coronadas ahora con esta deleznable reforma.
Txapote, símbolo del horror, va a salir de la cárcel, si nadie en el PSOE recula en esta infamia, antes de que el Gobierno atienda el requerimiento cursado por el Parlamento Europeo en 2022: considerar las matanzas de ETA como crímenes de lesa humanidad y exigir el esclarecimiento de los casi 400 asesinatos que aún no tienen respuesta.
Para Sánchez, tristemente, es más prioritario auxiliar al verdugo de Miguel Ángel Blanco, Fernando Buesa, Gregorio Ordóñez y tantos otros que atender la deuda que España tiene con sus víctimas.