El rodadero de los lobosJesús Cabrera

La calle menguante

«Hay en Córdoba otras calles que son más abruptas en su trazado y a nadie se le ha ocurrido cambiar su denominación en cada uno de sus tramos»

Actualizada 13:46

Cuando un Ayuntamiento, cualquier Ayuntamiento, hace públicas las rotulaciones de nuevas calles se leen con avidez como si se tratara de una lista de premiados en la que tenemos la certeza de que nunca vamos a encontrar nuestro nombre. Y como en toda lista de premiados, siempre hay un ramalazo de polémica por la simpre razón de que es imposible contentar a todos. Que si éste no se la merece, que vaya calle que le han dado a Fulanito, que anda que no se la han dado lejos a menganito. No suele fallar.

Hay quien se pelea por una calle cuando lo verdaderamente importante no es que te dediquen una calle sino algo más productivo y de más proyección, como es el caso de una salida de la ronda o de la autovía, que te la están anunciando desde 500 metros antes o una parada de Metro, de la que todo el mundo habla, en el caso de que Córdoba tuviera Metro.

La guerra por las calles ha llegado a momentos de suma originalidad, como dedicar espacios en los que no hay dirección postal alguna o también hay otros casos que sólo se nombran cuando ocurre en ellos algún suceso, generalmente accidentes de tráfico o quema de contenedores.

Pero en esta hornada que viene a enriquecer el nomenclator cordobes se ha dado un caso que hasta ahora no había ocurrido: el de la calle menguante. Los padres claretianos, propietarios del convento de San Pablo solicitaron en el anterior mandato municipal que el pasaje de nueva apertura entre la calle Capitulares y el jardín de Orive llevara el nombre del padre Claret, fundador de su congregación. La petición se formuló ante el anterior presidente del Urbanismo y el actual, y aquél sí recibió a los claretianos y pudo conocer de primera mano la justificación de su solicitud que también quedó por escrito.

Este organismo municipal dio por concedida la petición a la espera de materializarse oficialmente, cosa que ha ocurrido ahora. Y cuál ha sido la sorpresa al ver que lo que estaba asegurado como Pasaje Claret se ha fracturado en tres para compartir el trazado con el alcalde Andrés Ocaña y Rafi Valenzuela, ambos fallecidos y merecedores, por supuesto, de contar con un espacio el callejero local.

Pero esta sorpresa por rotular sólo un tercio de lo previsto se ha acentuado aún más cuando se ha comprobado que el Ayuntamiento de Córdoba, a través de la Gerencia Municipal de Urbanismo, se ha pasado su propia normativa por donde los tunos se pasan la pandereta. El artículo 8 b) de la Ordenanza que regula la denominación y rotulación de vías públicas lo dice muy claro: «No se podrán fraccionar calles que por su morfología, deban ser de denominación única».

Este pasaje tiene un par de suaves recodos en su trazado, lo que no impide que su concepto sea unitario. Hay en Córdoba otras calles que son más abruptas en su alineación y a nadie se le ha ocurrido cambiar su denominación en cada uno de sus tramos, con es el caso de Obispo Fitero, Toril o Santa Marta, entre otras. Mantienen su integridad en el nombre por una razón meramente práctica, que no es otra que facilitar su identificación al ciudadano para evitar confusiones.

Este pasaje está en el casco histórico, como también lo está la calle Siete Revueltas, que sí que tiene recovecos suficientes para poner los nombres de la alineación del Córdoba CF que ascendió a Primera División y, hasta ahora, a nadie se le ha ocurrido tal atrocidad.

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