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En primera líneaAntonio Bascones

La hoja roja de la vida

Saber que el tempus fugit y la hoja roja nos asedian, es imprescindible para cumplir con nuestro deber

Actualizada 03:21

Una de las novelas que más me han impresionado es La Hoja roja de nuestro genial y admirado escritor vallisoletano, Miguel Delibes. Con un especial sentido vivencial, no exento de psicología, presenta la vida de un septuagenario, ya jubilado que, inmerso en las reflexiones y experiencias de su vida, ve marcado su final en la aparición de una hoja roja de un librillo de papel que utilizaba para confeccionar sus cigarrillos. Fumador empedernido, trata de explicar sus cavilaciones con la preocupación del tempus fugit, diciendo a todo el que le quiere escuchar aquello de que «a mí ya me ha salido la hoja roja» o aquello «de que tengo más amigos a ese lado de la tapia que a este».

Delibes, como un alfarero, un ceramista, un esmerado escultor, compone la personalidad del viejo, de una manera sencilla que, ante la incomprensión de quien le escucha, le aclara que es un símil para explicar que no le queda mucho tiempo de vida. El viejo zurce un descosido de tristeza, una mirada al vacío y recorre este último trayecto de la vida. Vuelve el recodo del camino, con la impavidez del que sabe que lo hizo todo, al menos lo que pudo y que lo hizo con rectitud y honorabilidad.

Ilustración: La hoja roja de la vida

Paula Andrade

¿Pero cuántos podrán decir lo mismo? Si echamos la vista a un sector importante, pilar de nuestra sociedad, los políticos ¿cuántos podrán decir al sacar su hoja roja que han cumplido con su tarea? En este tiempo de espera, cuántos políticos podrán mirar el camino que les queda, con la serenidad del deber cumplido, con la tranquilidad del que puso lo mejor en su afán diario, con el estoicismo del que realizó una labor positiva obedeciendo, siempre, a sus principios y valores.

Esto que señalo para el sector de los políticos, también puede ser aplicado a otros sectores de la sociedad donde la corrupción campa por sus respetos, donde las presiones y los intereses bastardos imperan por encima de la honestidad e independencia en el ejercicio de la profesión.

Considero que se debía exigir a las personas que están encabezando un puesto de trabajo, a los políticos y a otras que realizan funciones de las que dependen decisiones que dirigen los destinos de la sociedad, que deberían hacer el Camino de Santiago. Es un lugar de reflexión para saber qué estamos haciendo, qué nos queda por hacer y de qué manera cumplimos con nuestros valores y con la coherencia de nuestros principios. Este camino sirve para cargar la batería moral de los individuos. Sería como pasar la ITV. Cada cierto tiempo estaríamos obligados a realizar una parte de este camino pensando que en cualquier momento nos puede salir la hoja roja, pues ésta no depende de la edad que tengamos y de si fumamos o no. Es algo tenue, una línea excesivamente sutil que no sabemos ni podemos vislumbrar. Por eso, saber que el tempus fugit y la hoja roja nos asedian, es imprescindible para cumplir con nuestro deber.

  • Antonio Bascones es presidente de la Real Academia de Doctores de España
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