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En primera líneaRafael Puyol

¡Qué va a ser de nosotros!

A corto plazo tendremos una España que aún crecerá (poco), pero que seguirá envejeciendo. Que tendrá más muertes que nacimientos y una inmigración que al amortiguar las pérdidas del crecimiento natural, permitirá que sigamos respirando

Actualizada 01:30

Las proyecciones demográficas, como cualquier otra proyección, no son talismanes maravillosos que nos permitan calcular con precisión cuántos vamos a ser y quiénes seremos en un horizonte concreto del tiempo. Son simplemente cálculos que muestran la evolución de una población si las tendencias demográficas observadas en la actualidad se mantuvieran. No ofrecen resultados exactos, pero tampoco estimaciones desprovistas de valor debido a que tenemos datos de partida de calidad razonable, técnicas de análisis correctas y un buen conocimiento de los procesos evolutivos previos. Puede suceder algo inesperado, como así ha ocurrido con la covid, pero afortunadamente esos cisnes negros no son frecuentes.

En las sociedades, como la española, que han llegado al final de su transición demográfica, las variables demográficas fundamentales evolucionan con una relativa normalidad y no se esperan cambios bruscos al menos en los periodos cortos, pongamos en los próximos 15 años. Partiendo de estas premisas voy a ofrecerles cómo será España y sus territorios en ese horizonte (2037).

Ante todo, decir que creceremos ya que los 47,4 millones actuales se convertirán en 51,6. Ahora bien, creceremos gracias al saldo migratorio positivo ya que el interno nos conduciría por si solo a la pérdida de habitantes. Entre 2022 y 2036 nacerán 5,5 millones de niños que serán un 15 por ciento menos que en los 15 años previos. El INE prevé un ligero aumento de los nacimientos (ojalá), pese a lo cual siempre estarán por debajo de las defunciones, provocando en todos los años un saldo natural negativo que hacia 2037 rebasará las 108.000 personas.

Pese a que nuestra esperanza de vida al nacer irá subiendo hasta alcanzar en 2037 los 83 años en el caso de los hombres y casi 87 en el de las mujeres, aumentará el número de muertes debido a la acumulación de personas en las edades altas. Hacia el 2037 ya habrá más de medio millón de fallecidos en España.

Existen muy pocas posibilidades de revertir ese proceso. Las muertes no van a disminuir porque el envejecimiento, al menos por el momento, no tiene marcha atrás. Solo si recuperásemos la natalidad con las políticas adecuadas podríamos reducir la incidencia negativa del crecimiento natural, pero hacerlo en la proporción debida no va a resultar fácil y mucho menos sin las políticas de ayuda familiar precisas.

Ilustracion: españa vejez ancianos, jubilacion, jubilados

Lu Tolstova

Afortunadamente tenemos la caballería ligera de las migraciones que van a suponer unas ganancias netas hasta 2036 (entradas menos salidas) de 5,6 millones. Por el momento no hay otra solución: o inmigración o pérdida de población, aunque lo ideal sería que pudiéramos crecer por la acción combinada de ambos incrementos: el natural y el inmigratorio.

Creceremos algunos millones, pero quienes lo harán de una manera notable serán las personas mayores. Los que tienen 65 años y más que hoy suponen el 20 por ciento aumentarán 6 puntos hasta 2037. Cada vez más viejos, cada vez más viejos ya que los de 65 cumplirán 70, 80, 90, o se convertirán en centenarios. No vamos a ser el país más envejecido del mundo, pero sí vamos a estar en el pelotón de cabeza.

Pese a que las grandes tendencias descritas están presentes en todas las comunidades, hay diferencias de intensidad entre unas y otras. El aumento general de la población se reproduce en 13 comunidades y solo en cuatro disminuye (Galicia, Extremadura, Asturias y Castilla-León, además de Ceuta y Melilla). Por el contrario, las regiones más dinámicas serán Cataluña y Madrid ( en cifras absolutas ) y Baleares y Murcia ( en términos relativos).

De un saldo vegetativo negativo tan solo se salvan Murcia, Baleares y Madrid (también Ceuta y Melilla), pero todas tendrán saldo migratorio positivo, especialmente los dos archipiélagos. También se observan contrastes en cuanto al envejecimiento. Las regiones más longevas son Asturias, Castilla y León, Extremadura y Galicia y las más jóvenes Baleares y Murcia.

Cualquier lector interesado puede colegir que estas tendencias ya están hoy presentes. Así es. Lo malo es que algunas no anuncian cambios significativos provocando una acentuación del panorama ya hoy sombrío que tenemos. A corto plazo tendremos una España que aún crecerá (poco), pero que seguirá envejeciendo. Que tendrá más muertes que nacimientos y una inmigración que al amortiguar las pérdidas del crecimiento natural, permitirá que sigamos respirando. Pocos más, más viejos y más diversos con menos personas nacidas en España y más en el extranjero.

El panorama de clara atonía demográfica se distribuye por todo el país con algunos oasis demográficos en los que las cosas parecen ir algo mejor como Madrid en el centro y las comunidades mediterráneas y los dos archipiélagos.

  • Rafael Puyol es presidente de UNIR
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