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TribunaMaría Crespo Garrido

España ofrece trenes a cambio de peajes

La red de infraestructura ferroviaria en España es una clara alternativa al transporte por carretera

Actualizada 00:43

Recientemente el Gobierno de España se había visto obligado a implantar un sistema de peajes, si pretendía seguir recibiendo los fondos europeos para la recuperación económica.

Y es que los 140.000 millones de euros, ligados a la puesta en marcha de las medidas recogidas en el Plan de Recuperación estaban muy vinculados al conocido «quien contamina paga». De ahí que la Ley de Movilidad Sostenible previera una medida tan polémica como es el pago por el uso de las carreteras. Sin embargo, el ejecutivo ha sustituido su compromiso por la utilización del transporte de mercancías a través de ferrocarriles, ya que piensa que el desarrollo de «autopistas ferroviarias» no suscita polémicas –especialmente entre los profesionales del transporte– y acalla las iras de los burócratas empeñados en darles una finalidad medioambiental a los fondos europeos.

El beneficio que reporta la utilización de la vía ferroviaria para el transporte de mercancías es innegable, a la luz de la vulnerabilidad del precio del carburante y de los vaivenes del precio del gas y la electricidad. Y, en definitiva, un control en el precio del transporte de los bienes mejorará en el medio plazo los costes de producción, con el consiguiente alivio para los precios finales de venta. Cuestión aparte es por qué no se ha hecho hasta ahora, pues la red ferroviaria mayoritariamente está amortizada y sobre todo infrautilizada.

En la actualidad, España cuenta con una red de 15.526 kilómetros a través de los que pueden transitar nuestros trenes (16.167 kilómetros en 2016, según datos de Eurostat), apenas empleados para el transporte de mercancías.

Es cierto que más de 75 por ciento de la red se utiliza simultáneamente para el transporte de viajeros y mercancías, pero la mayor parte del tiempo la ocupan los primeros. Pero en España las mercancías se trasladan a través de las carreteras, principalmente. En 2020 se transportaron por carretera 1.467.774.000 toneladas de bienes, frente a los 22.254.000 de toneladas de mercancías que se trasladaron por ferrocarril ese mismo año.

La situación española es muy diferente a la de nuestros vecinos europeos que, según Eurostat en 2020, transportaron por carretera, 13.009.947.000 toneladas de mercancías, mientas que el transporte ferroviario alcanzó las 1.518.754.000 toneladas. En la media europea el transporte de mercancías a través de la red ferroviaria supone el 11,6 por ciento frente al transporte por carretera, mientras que en España sólo se transporta por ferrocarril un 1,51 por ciento respecto al tránsito por carretera.

En el mapa europeo hay países como Letonia en el que la red ferroviaria en el transporte de mercancías supone un 31,7 por ciento sobre la utilización de carreteras. Lituania la utiliza un 49,9 por ciento frente al transporte por carretera, Estonia un 67,8 por ciento, Austria un 26 por ciento o Suiza un 20 por ciento... por citar algunos ejemplos.

Entre los países europeos, sólo Irlanda hace un menor uso del ferrocarril que España, respecto al transporte por carretera. Por lo que, sin lugar a dudas, nuestro país tiene un amplísimo margen de mejora en la eficiencia en la utilización de la vía ferroviaria.

España aprovecha su red el 30 por ciento menos de lo que lo hace Alemania, Bulgaria o Rumanía, cien veces menos de lo que lo hacen Estonia, Austria, Polonia, Eslovenia o Noruega.

El propio INECO justifica la infrautilización de la red ferroviaria por la existencia de rigideces en la oferta de servicios, la falta de capilaridad, la inaccesibilidad a todos los grandes nodos de generación de demanda: puertos, centros de producción y consumo, zonas logísticas… por lo que se hace imprescindible el desarrollo de una red «secundaria» y una serie de inversiones que no paralicen el transporte de mercancías.

No cabe duda de que, entre las múltiples ineficiencias de producción en España, el transporte de mercancías tiene un amplio margen de mejora. Sin embargo, es difícil pensar que en el corto plazo se vaya a cambiar el modelo de transporte sin compensar el perjuicio que se provocaría a las Cuentas de Resultados y el empleo en las empresas de transporte. Además, este cambio de modelo exige una imprescindible red de transporte de cercanía entre las estaciones de tren y el destinatario final que hoy por hoy no está desarrollada.

La red de infraestructura ferroviaria en España es una clara alternativa al transporte por carretera. Su utilización como medio de transporte de mercancías permitiría la mejora de la eficiencia, reduciría la traslación a precios de la subida del petróleo y recuperaría la rentabilidad de una red que se financió con gasto público y en la actualidad está infrautilizada. Sin embargo, este cambio de modelo no se puede improvisar, y requiere de un análisis riguroso y un consenso entre las partes afectadas.

  • María Crespo Garrido es profesora titular de Hacienda Pública en el Departamento de Economía y Dirección de Empresas de la Universidad de Alcalá
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