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08 de septiembre de 2024

En primera líneaJosé Ignacio Palacios Zuasti

Ikurriña, la reciente enseña del País Vasco

Como aseguraría Luis Arana en reiteradas ocasiones, el objetivo de Sabino no fue crear la enseña que representara a todos los vascos sino la bandera de Vizcaya, la Bizkaitarra, ya que en el escudo de ese señorío se inspiró para darle forma

Actualizada 01:30

Como recordaba Luis Arana Goiri cuarenta años después, a comienzos del verano de 1894, mientras que él dibujaba el escudo para la fachada de la sociedad «Euskeldun Batzokija» de Bilbao, su hermano Sabino, fundador del PNV, hacía unos garabatos en una hoja de papel y le dijo: «Mira Luis, ¿qué te parece este diseño de bandera para Vizcaya que concuerda con el escudo?». A Luis le gustó la idea, le dieron forma y colores e incluso inventaron su nombre ‘ikurriña’, fusión de «ikurra» –símbolo– y «ehuna» –tela–. Días después, el 14 de julio, ahora se cumplen 130 años, fue izada en la inauguración de dicha sociedad por el socio de más edad, Ciriaco de Iturri, antiguo oficial del Ejército carlista, en el que es considerado el primer acto colectivo del nacionalismo vasco. Pero, como aseguraría Luis Arana en reiteradas ocasiones, el objetivo de Sabino no fue crear la enseña que representara oficialmente a todos los vascos sino la bandera de Vizcaya, la Bizkaitarra, ya que en el escudo de ese señorío se inspiró para darle forma. Por eso, en 1932, cuando, con ocasión de la aprobación del Estatuto de Cataluña, la ikurriña fue exhibida en el balcón de la Diputación de Guipúzcoa, Luis protestó diciendo que esa era «la bandera de Vizcaya, que se la conoce con el nombre de la bicrucífera, porque lleva la cruz blanca de nuestra fe cristiana y la cruz verde de San Andrés».

Para las elecciones de 1933 el PNV rompió la minoría vasco-navarra, que había unido a mellistas, carlistas, nacionalistas vascos y católicos independientes del País Vasco y Navarra desde el advenimiento de la República. Después, en marzo de 1936, tras el triunfo del Frente Popular, cuando el país vivía ya un clima de creciente enfrentamiento civil, se integró en el bloque republicano tras haber alcanzado la promesa de que su reivindicación estatutaria sería relanzada y eso le llevó a votar la destitución del derechista Alcalá-Zamora como presidente de la República y el nombramiento subsiguiente de Azaña. Ya en julio, cuando se produjo la sublevación militar, al PNV se le planteó el dilema de defender la religión y las costumbres heredadas, que eran pisoteadas, o anteponer el Estatuto a cualquier otra consideración, y en una decisión perpleja y paradójica optó por alinearse con la Revolución, con comunistas y anarquistas, en vez de con sus antiguos compañeros.

Pocas semanas más tarde, el 1 de octubre, el Estatuto del País Vasco fue aprobado por las Cortes, aunque sólo sería de aplicación real en Vizcaya y en la parte guipuzcoana no ocupada por los sublevados. En él no se mencionaba a la ikurriña, símbolo hasta entonces del PNV, que fue convertida en la bandera de los vascos por un decreto del Gobierno de Euzkadi de 21 de octubre (una prueba de que nunca había habido ni símbolos ni instituciones comunes entre vizcaínos, guipuzcoanos y alaveses), y como tal ondeó en la sede de dicho Gobierno, en el hotel Carlton de Bilbao, hasta el 19 de junio de 1937, cuando las tropas franquistas entraron en esa ciudad y no pocos gudaris se calaron gustosos la boina roja, para continuar la guerra en el otro bando. Entonces, la ikurriña pasó al baúl de los recuerdos y en los años posteriores sería exhibida en circunstancias estratégicas, para intentar ofrecer a la apática sociedad vasca una imagen de acción y, desde 1959, las primeras acciones de ETA consistirían en realizar pintadas y colocar ikurriñas. Años después, los etarras encontraron el filón de las ikurriñas-trampa, con el que asesinaron a cinco guardias civiles cuando fueron a retirarlas.

Muerto Franco, en el País Vasco había dos opciones políticas. La foralista y concertista, que defendía la tradición y los símbolos e instituciones de cada provincia, sin entidades intermedias, y la nacionalista, del Movimiento de Alcaldes de Bergara, que patrocinaba una Euskadi como nación y pretendía símbolos e instituciones comunes, como la ikurriña, un gobierno y un parlamento vascos para las cuatro provincias, incluyendo a Navarra. A los que defendían la primera, aunque fueran vascoparlantes, se les calificó de «franquistas» y varios serían asesinados por ETA: Juan Mª Araluce, Augusto Unceta-Barrenechea o Luis María Uriarte. La UCD, ante ese dilema, renunció al foralismo y se alineó con el PNV y el ministro Martín Villa, argumentando que así se iba a evitar que siguieran cayendo víctimas inocentes, «toleró» la ikurriña la víspera de la tamborrada donostiarra de 1977.

En 1978, aunque el PNV se abstuvo en el referéndum constitucional, «madrugó» para elaborar el proyecto de Estatuto Vasco, fruto de esa Carta Magna, e hizo que los símbolos de su partido –ikurriña, himno, euskera batua, etc.– pasaran a ser los elementos de identificación de la Comunidad Autónoma, convirtiendo al País Vasco en un batzoki nacionalista. Una vez aprobado ese estatuto y conformado el Gobierno Vasco, muchos profesionales y empresarios se subieron al carro y se dieron prisa en comprar ikurriñas, echando pestes del dictador al que no mucho antes tenían por su caudillo.

Así fue cómo, el 25 de octubre se cumplirán 45 años, la ikurriña se convirtió en la enseña de los vascos y las vascas, que diría Ibarretxe. Desde entonces, los nacionalistas, vulnerando la normativa en materia de banderas, siempre la exhiben sola, sin tener al lado a la española, a la que el lendakari Garaikoetxea denominó en su día «la señorita de compañía».

  • José Ignacio Palacios Zuasti fue senador por Navarra
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