Isabel, una mente clara en tiempos confusos
Isabel junto a su esposo, en resumen, crearon los cimientos de lo que fue aquel descomunal imperio español, aquel que aprendimos en las escuelas y del que incomprensiblemente hemos mantenido el idioma y poco más
En comparación con otros hechos que vivimos en estas fechas como gran evento y que nos ofrecen los medios (grandes hermanos, concursos de canto variados, etc) el que se celebre en estos días el 550 aniversario de la coronación de Isabel I (la Reina Católica) no tiene apenas importancia. Dicho sea con toda la ironía.
Por resumir y por dar somera idea de la importancia de la persona, su época y su reinado se puede afirmar que, cuando gobernaba Isabel junto a su marido Fernando, no se gobernaban países o regiones más o menos vastas: se gobernaba el mundo.
Las luces de su reinado son evidentes y supusieron uno de esos tiempos de aceleración que permite a veces la historia por la cantidad de decisiones y acciones que pusieron a nuestra nación en la cabeza del mundo conocido; hasta que comenzó el declive que duró siglos y del que muchos piensan que aún no nos hemos recuperado.
Confiar en el marino genovés que quería llegar a China, apoyarle y financiar el viaje parcialmente en contra del criterio de consejeros y científicos de la corte fue un ejemplo de su intuición aunque el destino no fuera el planificado.
La estrategia de guerra de Isabel y Fernando fue algo también novedoso (y exitoso). Fernando estaba más presente en el frente y quedaba Isabel en la corte para que no quedara desatendida ante posibles tentaciones intestinas.
A ellos también corresponde la creación de los primeros hospitales de campaña, todo un avance. También el reconocer derechos naturales humanos a todos lo que moraban en las «Nuevas Tierras» lo que habla de la altura moral de la empresa que se acometió. Todo esto se corrompió posteriormente: empezamos bien y rematamos regular; lo mismo les resulta familiar de otros momentos.
Isabel junto a su esposo, en resumen, crearon los cimientos de lo que fue aquel descomunal imperio español, aquel que aprendimos en las escuelas y del que incomprensiblemente hemos mantenido el idioma y poco más.
Injusto calificar como sombras otras decisiones. Si acaso son cuestiones que nos podemos plantear hoy sabiendo todo lo que ha ocurrido siglos después; sin tener en cuenta un tiempo que ya pasó con sus vaivenes, intrigas y una visión del mundo y de la realidad donde, como hoy, había tantos intereses creados.
Que hubiera pasado si Isabel, con su gran personalidad, hubiera matrimoniado «hacia el Oeste». Ella era pretendida y tenía la opción de emparentar por matrimonio con cualquier casa europea: De haberlo hecho con Alfonso V de Portugal, se hubiera abierto de par en par un balcón enorme hacia el océano, ríos navegables saliendo al Atlántico, colaboración con los mejores navegantes del mundo de aquella época, juntar presupuestos para las grandes expediciones a lo largo de toda América y Asia y hacer un verdadero puente para el comercio con ultramar entre la península ibérica y América.
Esto nos hubiera protegido mejor de los ataques piratas de otras naciones, así como, en definitiva, ser una potencia más fuerte en el comercio por mar para siempre.
Llama la atención como una mente sagaz tomara una decisión tan discutible como la expulsión de los judíos o su forzada conversión al cristianismo para poder permanecer en este territorio. Hubo una influencia evidente. Y no triunfó la opinión de Isabel y Fernando partidarios de acoger y proteger a la comunidad judía. Vencieron otros intereses.
En esos tiempos mezquinos que auguran tiempos futuros aún más mezquinos, un aturdimiento social que lo impregna todo, no es hacia el futuro donde habría que mirar. Tenemos el ejemplo de una gran reina con una mente clara que supo con su marido (y rey) manejar una nación en un mundo, como hoy, tan confuso.
Vaya a quien pueda interesar y tenga alguna responsabilidad.
- Tino de la Torre es gerente de Westfalia Gestión de Patrimonios y escritor