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TribunaTino de la Torre

Un marciano entre nosotros

Se ha llegado a decir por parte de los que gobiernan que los hijos no son de los padres. ¿Y de quién son?, me pregunto. Porque los niños no brotan en cualquier sitio ni de cualquier forma

Actualizada 01:30

He considerado que debía tener un nombre en español y sencillo ya que soy marciano y el nombre con el que me bautizaron (allá de donde vengo hacemos algo parecido a un bautizo) para ustedes es impronunciable. Llegué desde un planeta que está en una galaxia lejana. Y he venido a caer aquí: en España. Aquí Paquito, servidor de ustedes.

Al presidente de nuestro reino (por definirlo como dicen aquí), a bastantes años luz de distancia, se le ocurrió que debíamos salir fuera unos cuantos de nosotros para conocer otras galaxias, planetas y culturas. Y la misión es que allá donde se pueda aprender algo tomar nota y a la vuelta (en cualquier momento me llamarán para volver) contar todo mi aprendizaje y si el consejo de sabios lo ve interesante utilizarlo en nuestra forma de vivir.

Mandarnos a vivir experiencias durante un tiempo se viene haciendo en mi planeta desde hace mucho tiempo. Es algo parecido a eso que llaman ustedes «Erasmus» y que lo hacen los estudiantes, pero por lo que he visto, con menos juerga.

Ya cercana la hora de mi vuelta y después de unos años entre ustedes –dentro de una quinta dimensión que me hace invisible al ojo humano– estoy preparando un informe que me está volviendo loco ya que escribo una cosa y la contraria según voy siguiendo algunos acontecimientos. Y en otras, no veo ninguna lógica.

Llama a la atención el pasado tan glorioso de esta nación que, por lo visto, fue un imperio gigantesco donde no se ponía el sol. Después, por determinadas razones, y por pasiones humanas que yo no sé lo que es eso, empezó un declive que duró siglos y que ahora se manifiesta en que aquellas naciones a las que llegamos con un talante mercantil (es cierto) pero a las que también exportamos cultura, universidades, religión, idioma, instituciones… resulta que cinco siglos más tarde nos dicen que tenemos que pedirles perdón por dejarnos caer por allí. Como si Egipto estuviera valorando pedir perdón a los esclavos que murieron construyendo las pirámides que millones de personas visitan cada año. Por poner un ejemplo.

Volviendo al informe que tengo que enviar me encuentro con que el primer ministro de este lugar hace acuerdos con grupos que pretenden destruir la unidad del país. Además, a los que fueron condenados por tribunales resulta que ese jefe de gobierno cambia las leyes con el fin de amnistiarles. A ver como explico yo esto.

En nuestro planeta el poder judicial (tenemos juzgados) es independiente. Aquí, según escucho hablar a la gente antes sí, pero ahora no está del todo claro.

Se ha llegado a decir por parte de los que gobiernan que los hijos no son de los padres. ¿Y de quién son?, me pregunto. Porque los niños no brotan en cualquier sitio ni de cualquier forma.

No hace mucho los de aquí insultaron al jefe de un país con el que siempre se habían llevado bien y hasta dijeron que lo mismo tomó «sustancias» dejándole en mal lugar. El ofendido dijo lo que tenía que decir, claro. Desde luego en nuestro planeta nunca se nos ocurriría pelearnos con ningún otro que esté a pocos años luz de distancia, por si un día los necesitamos. Resolvemos los problemas con una cosa que llamamos diplomacia.

Dicen que la economía «va como un cohete» pero tienen a millones de personas sin trabajar y sin expectativas de que lo vayan a hacer en breve.

Y así tengo más cosas que debería contar y no sé si lo haré. Creo que intentaré ser breve y que con suerte no me pregunten porque será difícil explicar estas cosas.

Pero si me preguntan ya tengo la frase preparada: Se vive muy bien.

  • Tino de la Torre es gerente de Westfalia Gestión de Patrimonios y escritor
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