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TribunaAntonio Bascones

Ser feliz no es difícil, solo hay que intentarlo

La sociedad española necesita, si quiere tener estabilidad mental, liberar endorfinas, aunque las circunstancias actuales no lo favorezcan. El ambiente no es propicio, pero debemos luchar contra la adversidad

Actualizada 01:30

Ser feliz no es difícil. Inténtelo y verá que fácil es. La felicidad, lo que los griegos denominaban eudaimonia, base del pensamiento aristotélico, es lo que define el bien humano supremo, algo que buscamos incesantemente.

Si la vida merece ser vivida, debe ser con el objetivo de que sea un fin en sí mismo y todos los otros bienes deben ser deseables con esta intención. El problema que se presenta es que el ambiente no propicia vivir en este estado de felicidad. Sin embargo, el hombre lo necesita y no sólo por razones de tipo sociológico, sino, también, por principios de salud mental y física.

Es conocido que una persona optimista, que ve los problemas desde la óptica positiva libera endorfinas y oxitocinas, hormonas relacionadas con la felicidad, con el bienestar. Oír música, leer un buen libro, sentarse en una playa y ver el ir y venir de las olas, observar un paisaje desde una montaña, observar una puesta de sol, un amanecer, son estados en los que la felicidad es la consecuencia y eso se debe a la liberación de este neurotransmisor, una sustancia química endógena que pertenece a las «hormonas del placer».

La felicidad completa no existe, pero si intentamos seguir este camino podemos tener diferentes estados de felicidad a lo largo del día y con ello liberar endorfinas. Hay que trabajar día tras día y disfrutar de cada momento. Un buen paseo, una tertulia con amigos, una agradable conversación, un enfoque positivo sobre el problema al que nos enfrentamos, son momentos en los que el organismo libera este neurotransmisor. Por eso el trabajo bien hecho, el objetivo conseguido por la superación de obstáculos, hace que nos encontremos en un estado de liberación, de bienestar. La felicidad está en conseguir los objetivos por nosotros mismos, por nuestro esfuerzo. Si algo se nos regala la liberación de este neurotransmisor es mínima, aunque el regalo sea de nuestra aceptación. La meritocracia es necesario para tener felicidad. Basar la felicidad en la consecución del éxito sistemáticamente no es perdurable, pues cuando desaparece este, se presenta el vacío en la persona.

El estado de éxito continuo no existe y tratar de buscarlo a cada momento, conduce a un estado de frustración, ansiedad y en consecuencia de depresión. Por eso la felicidad está más en relación con el trabajo y el compromiso. Recibir un puesto de trabajo, una medalla, un reconocimiento sin que exista nada de esfuerzo detrás, no lleva a la felicidad. Estados de felicidad, cuando se hace adecuadamente, son los del profesor cuando enseña, cuando comparte conocimientos. Nada hay más placentero que dar una conferencia y transmitir cultura. Los momentos románticos son estados en los que se liberan estos neurotransmisores como una recompensa y en ocasiones ayudan a calmar el dolor. Los estados de tristeza o pesimismo, una mala noticia, la pérdida de un ser querido, la ruptura emocional o el estrés y ansiedad hace que se liberen las endorfinas para inhibir estos estados reduciendo la intensidad del dolor. Cuando hay un nivel de endorfinas disminuido estamos en un estado de tristeza o depresión.

Un aspecto interesante es la influencia en el sistema inmunológico, ya que los estados de depresión dan como consecuencia una menor capacidad de defensas ante los microorganismos, pues se ha demostrado claramente que un nivel alto de endorfinas ayuda a fortalecer el sistema inmunitario. La memoria y la atención parece que también está en relación con el nivel de endorfinas. El sueño también parece que tiene relación con este nivel. Por eso, el placer de practicar sexo, extasiarse ante paisajes o hacer deporte provocan estados de placer y con ello un aumento de endorfinas. Una actividad que más endorfinas libera es el deporte, ya que el practicarlo induce un estado de placidez y felicidad como si fuera una inyección de energía, aumentando la confianza en uno mismo. Es una autoconfianza que da alegría y bienestar.

La oxitocina está muy asociada con la presencia de lazos afectivos y no solamente con la maternidad (parto y lactancia) como es más comúnmente conocido.

Como experiencia personal puedo afirmar que, la respuesta que las personas presentan a la enfermedad o a un postoperatorio responden mejor si se registra en personas con optimismo y positividad. He visto que muestran menos dolor e inflamación ante un trauma. La sintomatología es mucho menor, menos florida. Y no digamos nada de la respuesta ante el cáncer. La aceptación de un tratamiento de quimioterapia es mucho mejor y las posibilidades de curación son más altas.

La sociedad española necesita, si quiere tener estabilidad mental, liberar endorfinas, aunque las circunstancias actuales no lo favorezcan. El ambiente no es propicio, pero debemos luchar contra la adversidad. Tiempos mejores vendrán, no hay duda.

  • Antonio Bascones es presidente de la Real Academia de Doctores de España
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