Trump: síes, noes o quizás
Enérgico y decidido, Miguel de Cervantes dejó escrito en una de sus grandes comedias: «amistades que son ciertas, nadie las puede turbar»
Síes
Cierta cultura «despertada» quiso transformar la objetividad del sexo humano en convención subjetiva -como la gramática del español hace femenina la arena, masculino el árbol o epiceno el color verde- y utilizó hasta la náusea el término «género», para evitar el concepto «sexo».
La plomiza «cultura de la sospecha», analizada por Ricoeur, haría a Marx condenar cuanto se opusiera a la «opresión de clase» como motor de la Historia, a Nietzsche desconfiar de quienes negaran el «superhombre», a Freud estimar sospechable lo que desviara la atención de una obsesiva sexualidad y a ese mundo «despierto» censurar de antidemocrático todo lo que le contrariara.
Sabemos que nadie nace en un cuerpo equivocado. Eventuales disforias no deben permitir a hombres biológicos competir en torneos femeninos ni, menos, internarse en cárceles de mujeres. De hecho, Nicola Sturgeon y su Partido Nacional Escocés se hundieron en las generales británicas de 2024 ante el caso del violador Adam Graham, quien decidió pasar al sexo femenino y llamarse Isla Bryson con enorme eco mediático. Cuando Sturgeon se negó a definir qué es una mujer, sus electores, perplejos ante semejante indecisión y alguna financiación dudosa, le retiraron el voto. También el grupo «Disney», vista su decepcionante evolución bursátil, abandonó esa línea y cesó a su Presidenta, Susan Arnold.
En suma, el armatoste woke acelera cierta reacción contraria con la que la mayor parte de Europa puede entenderse y que incorpora votos adicionales también para el partido Republicano estadounidense.
Noes
Cierto: la clase media estadounidense ya no puede mantener con un solo sueldo una familia, mientras observa tanto el desplome de industrias del automóvil -Detroit-, como la deslocalización empresarial que contrata empleo barato fuera, en un contexto en el que nadie sabría encauzar los flujos migratorios irregulares y cuando tanto el déficit presupuestario como la deuda pública se disparan al 6,4 por ciento y el 123 por ciento del PIB. En paralelo, maniobras financieras acaso artificiales han potenciado lucros fáciles.
Para poner fin a esa insatisfacción social y Hacer de Nuevo Grandes los Estados Unidos (MAGA), Trump busca tres objetivos: acumulación masiva de nuevos capitales productivos, enfrentamiento con China y promoción de su músculo militar. Veamos.
Primero: el nuevo enriquecimiento estadounidense partiría de un concepto insólito: el pretendido abuso por el mundo occidental durante ocho decenios de la apertura económica, buena fe política y solidez militar estadounidenses. La Casa Blanca remplazará, por tanto, los planteamientos del General Marshall por los de lord Palmerston —retroceso notable— para abandonar el liderazgo estadounidense del mundo libre. Del conjunto deriva la febril imposición de aranceles a las importaciones, también las europeas.
Segundo: no sin razón, ambos grupos del Congreso juzgan severamente el Pekín de Xi Jinping -partido único neocomunista de sindicatos aherrojados y oposición borrada- que manipula su valioso capital humano para copiar ciencia occidental hasta desarrollar técnicas punteras pero baratas, pues, cargado de razón por la disminución de su pobreza, no sólo carece de respeto por la propiedad intelectual y de obligaciones sociales sofisticadas, sino que cierra su mercado —financieramente opaco— a la concurrencia occidental —mientras arma a fondo su Ejército de Liberación del Pueblo—.
Objetivo: devenir el poder y rival sistémico dictatorial-asiático alternativo al occidental-democrático, capaz de derrotar técnica, comercial, militar y geoeconómicamente a las democracias —esas rutas de suministros controladas, en particular las indo-pacíficas— con el apoyo de los más o menos afines, como Corea del Norte, los sometidos por la BRI o la Rusia de Putin.
Tercero: la separación entre Vladimir y Xi deviene meta prioritaria para una Casa Blanca en busca de la eventual aproximación de Putin a Washington. Pretensión de apaciguamiento incompatible con una guerra destinada a repeler la anexión rusa de Crimea, Sebastopol y parte del Donbás, a defender la soberanía de los ucranianos en sus fronteras internacionalmente reconocidas y a eliminar otras ambiciones putinescas de nítida doctrina brejneviana.
En la misma longitud de onda, este Washington se distanciaría además de otros compromisos militares que requieren gasto importante, también en el mundo OTAN, única alianza democrática defensiva con capacidad real de disuasión.
Esta separación entre realidad internacional y mensaje remite a la insondable debilidad técnica e intelectual de cada paso en ese planteamiento de gabinete, que, por cierto, implica riesgos de calado para España en otras geografías que prefiero no tratar.
No, Señor Presidente. La solución a la amargura del pueblo estadounidense no se encuentra en barreras ni trampantojos, sino en la colaboración. Los grandes aliados reales de la sociedad norteamericana son las democracias y Europa entre ellas. La Unión Europea, mayor bloque comercial del mundo, es el primer exportador y el mayor mercado de importación para más de cien países. Con muchos amigos. Entre ellos la India, socio natural al que busca ayudar en la eliminación de dependencias, también militares, para ganarle el estatuto de gran potencia que Bharat merece
No, Señor Presidente. Ha roto la confianza. Deberá rehacerla.
Quizás
Enérgico y decidido, Miguel de Cervantes dejó escrito en una de sus grandes comedias: «amistades que son ciertas, nadie las puede turbar».
Quizá deberíamos, Señor Presidente, plantearnos el fortalecimiento de la cohesión de las democracias y su valor añadido en todo el mundo, ante las amenazas de los partidos únicos. Sospeche quizá una alternativa: la antítesis sería catastrófica, o, quizá, mis palabras podrían ser ciertas.
- José-Andrés Gallegos del Valle es embajador de España