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Álex Rosal

Álex Rosal acaba de ganar el Premio CEU Ángel HerreraAlfonso Úcar

Entrevista Premio CEU Ángel Herrera  Álex Rosal: «Las publicaciones religiosas eran clericales y muy aburridas; queríamos hacer algo diferente»

Detrás de este periodista barcelonés afincado en Madrid hay cientos de libros editados, exitosos proyectos de evangelización y el portal de información religiosa número 1 en habla hispana

Su nombre es ampliamente conocido en los ambientes religiosos, aunque seguramente no todo lo que se debiera. Álex Rosal Valls-Taberner siempre ha querido permanecer en un discreto segundo plano, promocionando a otros y lanzando proyectos de evangelización que siempre se han caracterizado por ser novedosos, rompedores y eficaces. Sin duda, se cree a pies juntillas eso de «que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha», como pide Jesucristo en el evangelio de San Mateo.

Pese a ello, acaba de ser premiado con el prestigioso Premio CEU Ángel Herrera en la categoría de Difusión de la Cultura Católica, que recibirá el próximo lunes. Recientemente ha publicado, además su primer libro como escritor –como editor tiene cientos de ellos–: Despierta y combate a los bárbaros que arruinan tu vida.

— Usted fue el primer seglar en tener un cargo de confianza en la Conferencia Episcopal Española.

— Sí, es verdad. Luego, afortunadamente, vinieron otros. Pero es verdad que en este caso fui el primero, con 25 años. Entonces, sí, eso es como un pequeño hito, pero no es un mérito propio...

— ¿Cuál era su función ahí?

— La dirección de la Oficina de Información; el Gabinete de Prensa, para entendernos.

— ¿Qué fue lo siguiente?

— De ahí salté a delegado de medios del arzobispado de Madrid y ahí es donde creamos Alfa y Omega, que al principio era un semanario que se encartaba en un periódico que ya desapareció, La información de Madrid. Ahí estuvimos 40 semanas intentando hacer una propuesta periodística que pudiera interpelar al lector normal. No íbamos al perfil beato, sino al católico normal que iba a misa o que no, que estaba bautizado, que había hecho la Confirmación, pero que a lo mejor no tenía mucho interés por los temas propiamente religiosos. En aquella época —y todavía hoy— todo era muy clerical y muy aburrido. Queríamos hacer algo diferente que pudiera, golpear a ese lector. Una vez que se cerró La información de Madrid nos acogió el diario ABC, en el que entonces estaba Ansón. Y ahí es cuando empezó el Alfa y Omega que hoy se conoce.

Anclados en los años 60

— ¿Dónde encontró los modelos para hacer ese tipo de periodismo?

— Creo que era como una inspiración del Espíritu Santo de decir: Oye, hay que hacer algo que tenga un código cultural que sea atractivo para el hombre y la mujer de hoy. No podemos mantener ese código estético, cultural, de lenguaje de temas que estaba anclado en los años 50 o 60. Estábamos ya en los años 90 y teníamos que dar un salto. De alguna manera teníamos que intentar inculturizar la comunicación cristiana, actualizándola.

— Y, en estos treinta años, ¿el periodismo de información religiosa es tan clerical como antes, o ha mejorado?

— Cuando empecé en este mundo, había muy pocos seglares. Yo tuve como maestro a Miguel Ángel Velasco, que fue el primero que me empezó a publicar artículos de opinión en el diario Ya, del que era jefe de Opinión, cuando yo era un pipiolo. Y, a partir de ahí, me llevó de la mano a ir haciendo otras cosas. Pero seglares había muy pocos. Eso hacía que el clericalismo en ese ámbito fuera mucho mayor y que estuviéramos en esa dinámica que a mí me aburre enormemente de las luchas y los dimes y diretes y ese tipo de cosas que son muy clericales.

Mira, te contaré una anécdota de esa época para que veas el nivel de clericalismo que había cuando abrías cualquier revista religiosa.

Aburren a los laicos

— Dígame

— Generalmente, los planteamientos de los temas eran el Día de la Iglesia diocesana, el Día de la Pastoral Obrera, el Día... Al público católico, en general, no le interesan nada, porque no le dice nada a su vida, a sus problemas, a su relación con Dios. Es algo ajeno. Pero era eso lo que más estaba presente. Recuerdo que, una vez, escuchando el domingo la COPE, y empezaron a informar de una serie de actividades de la Iglesia y, al final, terminan anunciando que el deán de la catedral se iba de Ejercicios Espirituales...

Y entonces yo dije: Bueno, hemos perdido completamente la cabeza. ¿A quién le puede interesar que el deán de la catedral se va de ejercicios? Le interesará a su madre, a sus hermanos y a sus colaboradores más cercanos. Pero eso no es una noticia para dar.

Lo mismo pasa con la nota de una parroquia de una vicaría sobre no sé qué asuntos que solo le interesa a ellos. Entonces, justamente lo que yo intentaba hacer era intentar percibir qué problemas o qué temas le podían interesar a la gente para nosotros poder ofrecer una respuesta honesta.

— ¿Cómo comenzó su colaboración con la editorial Planeta?

— Paralelamente a todo esto, José Manuel Lara, el fundador, me acogió en el Grupo Planeta para montar la colección Planeta+Testimonio que tenía justamente esa dinámica: una colección con unas portadas estéticamente atractivas que se separaran de lo que se veía entonces en las librerías religiosas. El Evangelio es luz y color y belleza. Lo que veías no era precisamente algo estéticamente bello, sino todo lo contrario; te parecía anticuado.

Ya el envase de Planeta+Testimonio pretendía que fuera algo mucho más moderno, estético y bello. Y luego, queríamos hacer una colección católica fiel al Magisterio de la Iglesia y que, a la vez, tuviera una gran difusión. Para eso había que adecuar los temas y los autores a la realidad del momento.

«Todo ha sido un fracaso»

— Su intuición fue buena, porque funcionó muy bien...

— Yo recuerdo que los directivos de Lara, cuando me acogieron, me dijeron: Bueno, vamos a probar esto de la colección religiosa católica, pero que sepas que todo lo que hemos publicado ha sido un fracaso. Con lo cual no teníamos una expectativa muy alta de que fuese a triunfar.

— ¿En qué habían fallado?

— Planeta utilizaba en aquel momento, como otras muchas grandes editoriales, una dinámica de pensar que aquellos libros que podían hacer ruido en la prensa o en la televisión podían traducirse en un interés para el lector determinado. Planeta había publicado muchos libros del disenso católico. Mediáticamente hacían, efectivamente, mucho ruido y ocupaban mucho espacio en las televisiones y en la radio, sobre todo en las de la cosmovisión de la izquierda, pero no eran libros dirigidos al gran público católico de España. En aquel momento, había más de 10 millones de españoles que iban todos los fines de semana a misa. Ese público tenía una demanda que no estaba siendo satisfecha por las grandes editoriales.

— Y consiguieron ese éxito...

— Gracias a Dios hubo un gran éxito. Estuve siete años, y la verdad es que ahí se demostró que existía una gran demanda, pero que nadie respondía a ella. Y, a partir de ahí, otras editoriales, tanto del grupo como de la competencia, empezaron a imitar ese tipo de planteamiento, lo cual era de agradecer...

Exorcismos y Leyenda Negra

— Usted introdujo, con sus libros, temas que estaban muy desatendidos en España. Por ejemplo, los exorcismos, o la medicina de Santa Hildegarda de Bingen, o la Leyenda Negra.

— Sí. Por ejemplo, ahí empezamos a publicar muchos libros de Madre Teresa de Calcuta, de Juan Pablo II. Pero en un envoltorio adecuado y de gran difusión que lo pudiera comprar el señor del colmado, el del quiosco o el catedrático de Universidad. Iba dirigido a todos ellos. En esa dinámica, sí que es verdad que fuimos buscando nuevos temas y, entre ellos, surgió el padre Gabriele Amorth, el exorcista oficial del Vaticano. Él era de la congregación de los paulinos. Había escrito ya algunos libros y, curiosamente, en España había como un tabú. Los propios paulinos no querían publicarlo, ni San Pablo, ni las Paulinas.

Eso me obligó a ir a Italia a conocerlo para comprender por qué sus libros no se publicaban, especialmente su gran éxito de ventas, Habla un exorcista. Él me dijo: Mira, sinceramente no lo entiendo muy bien, pero eso es algo a nivel de eclesial de España, que no se quiere oír hablar de los exorcistas ni de los exorcismos.

Bueno, publiqué ese libro, lo trajimos a España, fue un gran éxito y, a partir de ahí, fuimos profundizando también en otras líneas. Por ejemplo, en su momento también publiqué al cardenal Martini para hablar de la Biblia, que él era un gran especialista y un gran comunicador. Y los libros de Vittorio Messori sobre leyendas negras de la iglesia, del que vendimos 300.000 ejemplares.

— Y, ahora, está centrado en la editorial LibrosLibres y con el portal Religión en Libertad, el número uno en español de información religiosa por séptimo año consecutivo...

— Sí; Religión en Libertad lo creamos en el 2008-2009, cuando empezaba fuerte el mundo digital. Ahí vimos que había algunos proyectos o algunos altavoces en donde no reflejaba del todo un catolicismo o el sentir de la Iglesia más viva y más adecuada.

«Mejor un premio que un estacazo»

— El Premio CEU Ángel Herrera que recibirá este lunes supone un merecido espaldarazo a toda su carrera, por tanto.

— Yo estoy muy orgulloso, la verdad, de que una institución como el CEU y la Fundación Ángel Herrera me haya concedido este premio. Entiendo que me lo conceden a mi persona, pero también a todo mi equipo. Yo no podría hacer nada sin mi equipo, que en total somos 15 personas entre unos proyectos y otros. Pero estoy realmente muy, muy orgulloso de que nos hayan dado este premio que siempre es un empujón. ¡Mejor que te den un premio a que te den un estacazo!

— El Premio que le han concedido es a la Difusión de la Cultura Católica. No es pequeño el reto...

— Tenemos que darnos cuenta de que, ahora mismo, en la Iglesia hay 1.400.000.000 de bautizados. En el año 70 había solo 600 millones. En estos 25 años que llevamos del siglo XXI, ha crecido en 340 millones, el equivalente a la población total de Estados Unidos. O sea, la Iglesia está creciendo de una manera impresionante. En África, en 1900 había solo 2 millones de católicos; ahora hay 200. Y, en diez años, habrá más católicos en África que en toda Europa. Esa es la buena noticia.

— ¿Y la mala?

— Que solo hay 400.000 sacerdotes en el mundo entre religiosos y diocesanos para poder evangelizar a esos 1.400.000.000 de bautizados. Ante esta dinámica, yo intuyo que el Espíritu Santo nos está diciendo esa frase del Evangelio de id por todo el mundo y predicad el Evangelio. Esa frase no solo es para gente consagrada. Tenemos que tomar conciencia de que Dios también nos lo dice a cada uno de nosotros y que cada uno tenemos que hacer algo, tenemos que despertar ese carisma o ese don que todos tenemos, en mayor o menor medida, de comunicadores cristianos, de comunicar la fe, de comunicar el Evangelio, de comunicar el cristianismo. Yo creo que es el momento en que los seglares podemos dar un paso adelante y convertirnos en pequeños comunicadores cristianos.

Estamos viendo cómo prácticamente todas las nuevas herramientas de evangelización –los retiros de Emaús, Proyecto Amor Conyugal, Effetá, Bartimeo, seminarios de Vida en el Espíritu, Cursos Alpha– están creados por seglares. El sacerdote hace de líder pastoral de acompañar a ese grupo, tiene su presencia sacramental, pero el trabajo fuerte, el gran trabajo, es un trabajo de seglares. Quizás en este momento de cambio, donde las grandes congregaciones religiosas se están desplomando y no tienen un recambio en la vida religiosa, tenemos que estar pendientes de cómo el Espíritu Santo nos está llamando a todos los seglares a dar un paso adelante. No podemos pensar que la evangelización es solo de religiosos o consagrados o sacerdotes, sino que todo fiel bautizado está llamado a ese id y anunciad el Evangelio en la medida en donde cada uno considere que pueda aportar algo.

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