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MAÑANA ES DOMINGOJesús Higueras

«Y será como un signo de contradicción»

Es propio de los ignorantes generalizar la conducta de un individuo e imputarla a todo un colectivo, incluso creer que están denunciando el mal, cuando ellos están llenos de las mismas miserias que aparentemente les escandalizan

Actualizada 04:30

Se equivocan los que piensan que seguir a Jesús de Nazaret es recorrer un camino tranquilo, lleno de paz y sin grandes sobresaltos, porque la fe disipará todas las dificultades que puedan aparecer. En el evangelio que escuchamos este domingo, el anciano Simeón advierte a María y José de que su hijo será «signo de contradicción», es decir, que provocará con su santidad diversas reacciones y así quedará manifiesto lo que sucede en el corazón de cada ser humano.

¿Cómo es posible que ante los milagros o enseñanzas tan claras de Jesús muchos se pusieran nerviosos e incluso quisieran quitarlo del escenario público, desprestigiándole o incluso buscando su muerte? La respuesta está en el misterio de la libertad, por el cual cada hombre y mujer debe decidir cómo se posiciona ante el bien o el mal. Una libertad que tantas veces es lesionada por la mentira o por intereses egoístas que pretenden mantener sus privilegios a costa de destruir la verdad y la justicia.

Jesús fue perseguido en su tiempo y también lo es ahora, cuando la Iglesia –que es la continuadora de su misión a través de los siglos– es maltratada y sometida a una campaña de desprestigio o acoso por parte de todos aquellos que la ven como una amenaza que interfiere en sus planes. Es importante distinguir entre la Iglesia –que es santa por ser el cuerpo de Cristo– y cada uno de sus miembros llenos de debilidades y pecados, pues es propio de los ignorantes generalizar la conducta de un individuo e imputarla a todo un colectivo, incluso creer que están denunciando el mal, cuando ellos están llenos de las mismas miserias que aparentemente les escandalizan.

Pero la santidad de Cristo brillará en su Iglesia a través de los siglos y seguirá siendo un signo de contradicción para cada generación que, ante la propuesta de vida cristiana, tendrá que posicionarse a favor o en contra de los principios que inspiran el pensamiento y la vida de Jesús. A lo largo de los siglos continuará cumpliéndose la profecía del anciano Simeón, pues Jesucristo será para cada ser humano un signo de contradicción ante el que hay que tomar una decisión que afecta a la propia vida. Aquel que vino a instaurar la paz y la reconciliación con Dios y entre los hombres seguirá siendo bien o mal interpretado e incluso utilizado para conseguir los intereses personales, por muy dudosos que éstos sean.

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