La preocupación religiosa de Dámaso Alonso que traslada a la Navidad
Este breve poema le sirve a Dámaso Alonso para presentar la pureza del corazón humano -cuando niño recién nacido- como un reflejo del «Corazón de Dios»
Según confesión propia, Dámaso Alonso (1898-1989) cultivó la creación poética «a rachas»; y solo su producción inicial -y, en concreto, Poemas puros. Poemillas de la ciudad (1921)- se adscribe a la Generación del 27, a cuyos miembros «acompañó» como crítico literario. Su madurez poética se produce tras la Guerra Civil, con la publicación de Oscura noticia y de Hijos de la ira; libros a los que seguirán Hombre y Dios (1955), Gozos de la vista (1981) y Duda y amor sobre el Ser Supremo (1985).
En cuanto a Hijos de la ira, su lenguaje desgarrado y deliberadamente prosaico -que no excluye palabras «antipoéticas»-, los majestuosos versículos -que recuerdan el ritmo de los salmos bíblicos-, las imágenes con influjos surrealistas y esa preocupación constante por el corazón del hombre sitúan este poemario en una línea «existencial», en el ámbito de lo que el propio poeta calificó como «poesía desarraigada», que tanto va a influir en la poesía española de posguerra, y que abrirá el camino hacia una poesía más dramáticamente humana que derivará posteriormente en la llamada «poesía social».
Y aunque la «preocupación religiosa» haya sido una constante en la obra poética de Dámaso Alonso -el tema de Dios, su búsqueda incesante, su interpelación continua...-, solo de manera ocasional se ocupa de la Navidad; y baste un solo poema, el que comienza con el largo verso «En todo nacimiento repican campanas de Navidad», para comprobar sus altas dosis de espiritualidad. Este es el poema completo, cuya brevedad no le resta la menor emotividad.
En todo nacimiento repican campanas de Navidad
Y muchos padres
descubren, en las palpitaciones
del corazón de su hijo, enamorados latidos
del Corazón de Dios… 5
¡Cuán cerca todavía de las manos de Dios!
¿Sentís su aliento rugir entre los cedros
del Levante? 10
¿Hay en vuestras pupilas rabos de oro,
vedejitas, aún incandescentes, de la gran lumbrarada creadora?
Este breve poema le sirve a Dámaso Alonso para presentar la pureza del corazón humano -cuando niño recién nacido- como un reflejo del «Corazón de Dios», en cuya mirada limpia se refleja «la gran lumbradada / creadora», ya que el ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios.
Alonso emplea el versículo heterométrico sin rima; pero recurre al continuo encabalgamiento para ir creando un clímax poético ascensional que culmina en el segundo agrupamiento estrófico en el que, por medio de unas expresivas interrogaciones retóricas, aproxima el mundo del niño a su creador eterno; son esos «enamorados latidos / del Corazón de Dios» (versos 4-5) que muchos padres advierten desde el momento de su nacimiento.
El poeta emplea, en tres agrupamientos estróficos de 5 versos, una fuerte heterometría: los versículos oscilan entre las 19 sílabas métricas del verso 1, hasta las 4 del verso 15, aunque predomina el verso heptasílabo (versos 5, 6, 7, 9. 11 y 14; el 25 % del total); versos a los que hay que añadir 3 tetrasílabos (versos 10, 12 y 15), 2 pentasílabos (versos 2 y 8), un decasílabo (verso 3), 1 endecasílabo de ritmo melódico (verso 13), 1 pentadecasílabo (verso 4) y 1 eneadecasílabo (verso 1). A la falta de regularidad en la extensión de los versos acompaña la ausencia de rima, con diferentes terminaciones vocálicas en las palabras finales de los versos, si bien se repite la asonancia aguda en /-ó/ en los versos 5 y 7, que reiteran la palabra «Diós», así como la asonancia llana /á-e/ en los versículos 2 y 10 («pádres/Levánte») y la asonancia llana /í-a/ en los versos 6 y 11 («todavía/pupílas»); y en los versos 12, 13 y 14, la palabra final repite el fonema vocálico: /ó-o/ (verslo 12: «óro»), /é-e/ (verso 13: «incandescentes»), /á-a/ (verso 14: «lumbraráda»). Esta variedad en el timbre vocálico proporciona al poema una grata musicalidad; a la que hay que sumar una cierta movilidad provocada por los encabalgamientos, que van acelerando el ritmo, creando un clímax poético ascensional que culmina en el segundo agrupamiento estrófico:
- «en las palpitaciones / del corazón de su hijo» (versos 3-4);
- «enamorados latidos / del corazón de Dios» (versos 4-5);
- «cerca de las manos» (versos 6-7);
- «cedros / del Levante» (versos 9-10);
- «vedejitas […] / de la gran lumbrarada / creadora» (versos 13-15).
En efecto, las interrogaciones retóricas de los agrupamientos estrófico 2 y 3 -que son afirmaciones más o menos veladas, porque contienen implícitamente su propia respuesta-, le sirven a Alonso para exhibir su habilidad para crear metáforas de enorme sugestión estética que hermosean la temática del poema: «el aliento [de Dios] ‘ruge’ entre los cedros» -versos 8 y 9-; en las pupilas del neonato todavía hay «rabos de oro» y «vedejitas incandescentes» -versos 12 y 13- donde puede rastrearse «la gran lumbradada / credora» -versos 14 y 15- de origen divino.