¿Qué es un 'detente bala'? El legendario escapulario de los requetés carlistas que detiene proyectiles enemigos

La leyenda del detente bala o tente bala suele estar acompañada por una representación del Sagrado Corazón de Jesús, al que los carlistas tenían una gran devoción. El detente bala era una forma de pedir la protección divina ante el peligro de las balas enemigas, así como de expresar la fe y el compromiso de los combatientes con la causa carlista.

¿Cuál es su origen?

El origen del detente bala se remonta a la Primera Guerra Carlista (1833-1840), cuando uno de los primeros cuatro batallones carlistas que se formaron en Navarra recibió el apodo de requeté por una canción que cantaban antes de entrar en combate que decía: «Tápate soldado, tápate, que se te ve el requeté». El término se refería al trasero del soldado, que quedaba al descubierto por el mal estado de su vestimenta. Los del batallón requeté tomaron a bien esta burla y la convirtieron en su distintivo. Debido a su bravura y arrojo, se ganó el favor del general Zumalacárregui y el respeto de los demás batallones carlistas, que adoptaron su nombre y su canción.

El batallón requeté también fue el primero en llevar un escapulario con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, siguiendo las revelaciones que santa Margarita María de Alacoque había recibido en el siglo XVII. Según la santa, Jesús le había pedido que difundiera la devoción a su corazón y le había prometido muchas gracias y protección a quienes lo honraran. Los carlistas vieron en el Sagrado Corazón un símbolo de su amor a Dios y a España, y lo adoptaron como su emblema. Así, el escapulario del requeté pasó a ser conocido como detente bala, con la esperanza de que las balas se detuvieran ante la imagen sagrada.

¿Qué importancia tuvo?

El detente bala fue uno de los elementos más característicos de los requetés durante la Guerra Civil Española (1936-1939), cuando más de 60.000 voluntarios carlistas se unieron al bando nacional para luchar contra el Frente Popular. Los requetés llevaban el detente bala sobre el corazón o colgado del cuello, como signo de su identidad y de su fe. Muchos lo habían recibido como regalo de sus familias o lo habían bendecido en sus parroquias antes de partir al frente. Algunos lo besaban antes de entrar en acción o lo mostraban a sus compañeros para animarse mutuamente.

El detente bala no solo era un objeto religioso, sino también un símbolo político. Los requetés defendían los principios del tradicionalismo, que proponía un modelo de sociedad cristiana, orgánica y foral, basado en la monarquía legítima, la unidad católica, los fueros regionales y la participación popular. Los requetés consideraban que la República había traicionado estos valores y había desencadenado una persecución religiosa y una revolución socialista. Por eso, se levantaron en armas para restaurar el orden natural y defender la causa del rey legítimo, Alfonso Carlos de Borbón.

El detente bala también fue un testimonio de heroísmo y sacrificio. Los requetés se distinguieron por su valor y su entrega en numerosas batallas, como las de Oviedo, Teruel, Brunete, Belchite o el Ebro. Muchos cayeron en combate o fueron hechos prisioneros y fusilados por el bando republicano. Otros sobrevivieron a la guerra y siguieron fieles a sus ideales hasta el final de sus días. El detente bala fue para ellos un recuerdo de su experiencia bélica y de sus compañeros caídos, así como una muestra de su gratitud y su esperanza en el Sagrado Corazón de Jesús.