Concluye el Sínodo 2023: cuatro semanas de diálogo sobre el futuro de la Iglesia
Se subraya que se trata de un trabajo no conclusivo y en progreso, con el propósito de estimular el discernimiento y la escucha, especialmente entre los laicos y las familias
A lo largo de cuatro semanas, desde el pasado 4 de octubre, casi 400 miembros han participado en sesiones de trabajo en las Congregaciones Generales y los círculos menores. Entre ellos, se encontraban tres obispos chinos que tuvieron que retirarse por «motivos pastorales» tras dos semanas, así como algunos pocos que se ausentaron debido a la covid o luto. Mientras tanto, afuera del Aula Pablo VI, se escuchaban los constantes llamados del Papa Francisco en medio de un mundo convulsionado por lo que él ha denominado la «tercera guerra mundial a pedazos».
El Papa ha expresado su profunda preocupación y tristeza por la crisis en Israel y Palestina, que se desató después del ataque de Hamás y la respuesta de Israel. El viernes 27 de octubre, el Santo Padre hizo un llamado a la oración y al ayuno por la paz. Por su parte, la diplomacia vaticana trabaja en la liberación de los rehenes israelíes en manos de Hamás. No obstante, el Papa ha continuado atendiendo a asuntos de suma importancia, como la preparación de la COP28 en Dubái sobre el cambio climático, en la que se contempla su posible participación según varias fuentes y no confirma por el Vaticano aún, así como su llamada telefónica con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la que expresó la necesidad de buscar caminos hacia la paz entre israelíes y palestinos, entre otros temas destacados.
Críticas al Sínodo
No era probable que las 40 páginas del documento del síntesis detallen todas las propuestas provenientes de las voces sinodales. Las controversias, que sí se presentaron según los implicados en los puntos de prensa diarios organizados por la comisión de información del Sínodo, probablemente estarán redactadas de manera general y enfocadas en continuar la reflexión en cada diócesis, comunidad e iglesia local.
Además, se subraya que se trata de un trabajo no conclusivo y en progreso, con el propósito de estimular el discernimiento y la escucha, especialmente entre los laicos y las familias, prestando atención a la complementariedad de vocaciones, carismas y ministerios. En línea con esto, la Carta al Pueblo de Dios, redactada y votada por los padres y madres sinodales, promete seguir el proceso con un espíritu de servicio y comunión, sin excluir a nadie, y ampliando la convocatoria para participar en la última etapa.
A propósito de resistencias, es importante destacar que 12 sinodales votaron en contra de la Carta al Pueblo de Dios. El Sínodo no es un parlamento, ese es el imperativo del Papa. No obstante, es natural que surjan opiniones divergentes, especialmente en cuestiones doctrinales. Por lo tanto, cualquier tema difícil de asimilar para los opositores al Sínodo tendrá un año completo para ser analizado y discutido, ya que la segunda etapa está programada para octubre de 2024 en el Vaticano, continuando un proceso que se inició en 2021.
Sin embargo, a priori, este evento eclesial ya cuenta con detractores y críticos definidos, aunque sean una minoría aparente, que logran llamar la atención y generar suficiente consideración mediática. Sin entrar en detalles, el punto clave de la discusión gira en torno a la doctrina: ¿cómo cambiar sin cambiar la doctrina? Esto se hizo evidente antes del inicio del Sínodo de octubre de 2023 con la publicación y amplia difusión de la dubia de cinco cardenales (algunos de ellos eméritos, lo que representa menos del 2 % de los purpurados, parte del colegio que tienen la misión de aconsejar al Pontífice). Además, enviaron nuevas preguntas al Vaticano, dirigidas al sucesor de Pedro, incluso después de recibir una respuesta oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe en septiembre.
La sinodalidad es un concepto nuevo que genera sentimientos y argumentos encontrados. Aquellos que se sienten excluidos de este camino seguirán debatiendo la idoneidad de permitir que los no obispos participen y voten en un Sínodo de Obispos. Hay apocalípticos y conversos en este difícil proceso de reforma liderado por el Papa Francisco. El Papa ha dejado claro cuáles fueron los requisitos clave en su elección en 2013, es decir las exigencias de los cardenales que le eligieron: poner fin a la corrupción que afectaba al patrimonio de la Santa Sede, acabar con el centralismo vaticano y los cortesanos papales, y luchar contra el flagelo de los abusos.
En el centro de la atención del Sínodo se encuentran temas que continuarán siendo objeto de debate fuera del Aula Sinodal, como el acompañamiento pastoral a las comunidades LGTB, el diaconado femenino, la lucha contra el clericalismo (una prioridad de la reforma del Papa Francisco, como se evidencia en su última intervención en la 18ª Asamblea General contra la marginación de las mujeres en la Iglesia, el machismo y las actitudes dictatoriales de ciertos clérigos), la dignidad bautismal de las mujeres, la secularización de los sacerdotes, la renovación de las estructuras eclesiales, la atención a las víctimas de abusos y las vocaciones, entre otros.
Se han tejido muchas especulaciones, pero la doctrina es inmutable
El Santo Padre solicitó a los participantes mantener la confidencialidad y el ayuno informativo el 4 de octubre. Esto ha promovido la oración, el silencio y la escucha entre los participantes, pero también ha creado una mayor expectación, en los observadores externos, sobre los temas discutidos en el Aula Pablo VI.
Sínodo sobre la sinodalidad
Tres españolas en el Sínodo: «Se han tejido muchas especulaciones, pero la doctrina es inmutable»
Las madres sinodales españolas, en una entrevista con El Debate, aseguraron que «se han tejido muchas especulaciones, pero la doctrina es inmutable». Es relevante destacar la diversidad de opiniones en la XVI Asamblea, como lo muestra la imagen del jesuita estadounidense James Martin junto al cardenal Gerhard Müller. Martin es partidario de la inclusión del colectivo LGTBI, mientras que Müller, ex prefecto de la Doctrina de la Fe, critica el proceso sinodal. También se destaca que 54 mujeres votaron por primera vez en la historia del Sínodo. Además, un hecho colorido: El Papa Francisco justificó la participación del miembro más joven de la Asamblea, Wyatt Olivas, de 19 años, permitiéndole recuperar clases en la Universidad de Wyoming a su regreso a Denver (EE. UU.).
En cuanto a las reticencias contra el Sínodo, el proceso de mesas redondas, inédito y diferente a los sínodos anteriores, así como la inclusión de laicos, ha marcado un desarrollo que algunos consideran un grave error. La cuestión que plantean estas voces es: ¿cómo puede ser un Sínodo de Obispos si incluye miembros votantes que no son obispos? El Cardenal Christoph Schönborn afirmó que esto no fue un problema para el desarrollo del evento y que sigue siendo un Sínodo episcopal, con una participación más sólida de no obispos, lo cual considera un desarrollo positivo.
Por otro lado, recientemente el Arzobispo de Sídney, Anthony Fisher, planteó cuestionamientos sobre la autoridad del Sínodo y la necesidad de reflexionar más profundamente sobre su implicación en términos eclesiológicos, canónicos y prácticos. En 2018, el Papa Francisco estableció en la constitución apostólica Episcopalis communio esta nueva función y estructura del Sínodo de los Obispos, que incluye la participación de laicos con voto bajo invitación papal. Es posible que este debate continúe, alimentado por teólogos y expertos en derecho canónico, y que se convierta en un punto focal para responder o rechazar las propuestas definitivas del Sínodo en 2024.
En cuanto a la alemanización del Sínodo, parece que esto no ocurrió, como se evidencia en la falta de énfasis en el tema de los sacerdotes casados según las voces sinodales que decantaron lo sucedido en el aula. En efecto, el punto en cuestión es buscar alternativas que no necesariamente involucran la ordenación de mujeres ni la clericalización de los laicos, como explicó el cardenal Robert Francis Prevost, delegado del Sínodo de la Sinodalidad esta semana. El Papa mismo enfatizó que el clericalismo es una forma de mundanidad que perjudica al pueblo fiel de Dios, destacando que los obispos de la Iglesia no existen aislados del pueblo, y que la Iglesia como pueblo de Dios es ese «pueblo sencillo y humilde que camina en la presencia del Señor», que es «infalible» y que transmite la fe en «dialecto femenino».