
Incluso Quevedo empleó en un poema el vulgarismo 'almóndiga', pero ¿acepta la RAE su uso?
Ni 'almóndiga', ni 'toballa': los grandes mitos de vulgarismos aceptados por la RAE que la RAE desmiente
La RAE en ningún momento aceptó el uso de vulgarismos, a pesar de lo que se repite periódicamente en algunos medios de comunicación
Hace unos días un periódico rescataba la vieja polémica de la supuesta aceptación por parte de la Real Academia Española del uso de vulgarismos más o menos extendidos en el español como «almóndiga», «toballa», «vagamundo» o «murciégalo».
Pues bien. No es cierto. Esa su puesto visto bueno de la RAE a los vulgarismos navega por los mares nebulosos de la leyenda urbana y el bulo. La RAE no ha autorizado el uso de ninguno de esos términos, de hecho, lo desaconseja.
Comprobarlo es tan fácil como una rápida búsqueda en el Diccionario de la Real Academia Española y en el Diccionario Panhispánico de Dudas. No lleva más de unos pocos minutos.
En el diccionario de la RAE hay, efectivamente, una entrada para «almóndiga». También la hay para «toballa», «vagamundo», «murciégalo» y otros vulgarismos.Pero basta con saber leer para comprobar que aparece clasificada con las abreviaturas «f. desus.» Y «U. c. vulg.». La primera significa «forma en desuso», la segunda «usado como vulgarismo».
Además, en la entrada de la correcta «albóndiga» se señala, de forma explícita, que «no debe usarse la forma ‘almóndiga’, propia del habla popular de algunas zonas».
Lo mismo aparece en los otros casos citados: «La forma antigua ‘toballa’, cruce de ‘tobaja’ y ‘toalla’, está restringida hoy al habla popular y se considera vulgar, por lo que no debe usarse en el habla culta». «Debe evitarse, en la forma culta, la deformación ‘vagamundo’, propia del habla popular».
El revuelo que se montó con la falsa noticia del supuesto indulto de la RAE a los vulgarismos fue tal que la Academia se vio obligada a publicar un comunicado el 30 de julio de 2020 titulado ¿Ha aceptado la RAE ‘almóndiga’?.
La respuesta la da en la primera frase: «Tanto si por aceptar se entiende que la RAE ha incluido ‘almóndiga’ en el diccionario como si se entiende que la ha considerado válida, la respuesta es no, la RAE no ha aceptado ‘almóndiga’ recientemente».
En ese artículo se explica que el Diccionario no ha incorporado «recientemente» ese vulgarismo, ya que, de hecho, aparece «nada más y nada menos que desde la edición de 1726».
A continuación, señala lo arriba expuesto y subraya que «lejos de considerarse válido, el uso de almóndiga se desaconseja en la lengua culta actual».
Entonces, ¿por qué figuraba en el diccionario de 1726? La explicación está en la modificación de criterios a lo largo de la historia a la hora de confeccionar el Diccionario.
Explicaba la RAE en aquel comunicado que «en las primeras ediciones del diccionario tenían cabida formas vulgares con suficiente documentación, como la que poseía en el siglo XVIII 'almóndiga', así como sus derivados 'almondiguilla' y 'almondeguilla'».
En ese sentido, Quevedo empleó el vulgarismo con fines satíricos en uno de sus poemas, poema que recoge la RAE para explicar el fenómeno: «Muy poco culta de caldos / por su claridá infinita, / abreviadora de trastos / dentro de una almondiguilla».
No obstante, ya entonces se señalaba que «almóndiga» era una corrupción de «albóndiga» y que así es como debía usarse.
«En definitiva, ni la RAE acepta almóndiga en el sentido de considerarla válida ni la ha aceptado recientemente en el sentido de integrarla en su diccionario», concluía la explicación.
Otros vulgarismos cuyo uso en la lengua culta la RAE desaconseja, pese a lo que se pueda decir, son «otubre», «palabro» o, el más extraordinario de todos «bluyín», por el inglés «blue jeans», es decir, pantalones vaqueros azules.